Disfrutar de una copa de vino tinto suele ser un placer sensorial, pero para algunos, este deleite puede ir acompañado de un dolor de cabeza persistente. Este fenómeno ha desconcertado a los amantes del vino durante siglos, y ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de California se ha propuesto desentrañar el misterio detrás de este malestar que surge incluso con un consumo moderado de la preciada bebida.
3Desentrañando el proceso metabólico: Un vistazo detallado
Cuando se consume vino, el etanol presente en el alcohol se metaboliza en acetaldehído, que luego se convierte en acetato. Cada uno de estos pasos metabólicos requiere enzimas específicas. Los investigadores analizaron más de una docena de compuestos en el vino tinto y descubrieron que el flavonoide quercetina se metaboliza en varias sustancias, siendo el glucurónido de quercetina uno de los protagonistas.
Este subproducto, el glucurónido de quercetina, mostró ser eficaz para bloquear una enzima crucial responsable de la síntesis del acetato. La hipótesis planteada es que al bloquearse esta enzima, el acetaldehído tóxico se acumula en la sangre, lo que podría conducir al dolor de cabeza, incluso con cantidades moderadas de consumo. Este efecto parece ser más pronunciado en aquellos propensos a las migrañas.