El Museo del Arte Prohibido se ha convertido en un espacio que atrae la atención y la polémica por albergar obras de arte que han sido censuradas por distintas razones en sus respectivos países. Ubicado en el centro de Barcelona, sus cerca de 800 obras incluyen pinturas, esculturas, collages, instalaciones e incluso poesía visual.
Su fundador afirma que el museo busca “poner de manifiesto qué tanto la libertad artística ha sido restringida en esta sociedad y despertar un debate sensato sobre los límites éticos del arte”.
Entre las obras exhibidas se encuentran algunas que han ocasionado intensas controversias. Una de las más conocidas es “Inmenso Presagio”, una pintura del artista uruguayo Leonel Sánchez, quien retrató los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, pero incluyendo símbolos esotéricos y satánicos que provocaron la indignación del entonces presidente Bush.
Otra polémica adquisición es la serie fotográfica “Impactos” del fotógrafo español Isaac Díaz, que documenta las graves heridas y mutilaciones del cuerpo humano a raíz de diversos conflictos armados. Estas imágenes fueron calificadas de “degradantes” por un grupo de religiosos españoles que pidieron que se retiraran las fotos.
La pintura holandesa sobre violación que causó el rechazo feminista
Mención aparte merece la obra del holandés George Van Houtte titulada “Ellas también sienten amor”, que muestra la violación de una mujer desde la perspectiva del victimario. Varias asociaciones feministas europeas han repudiado la pintura, tildándola de “peligrosa apología a la violencia sexual”. Sin embargo, el museo argumenta que solo pretende enfrentar al público con su lado más oscuro para generar consciencia.
En su búsqueda por traspasar los límites del arte, este particular museo también apuesta por experiencias multisensoriales controvertidas como la instalación “Metamorfosis” del brasileño Ricardo Menelli, donde el público puede experimentar la sensación física de una transformación corporal extrema, lo que fue considerado demasiado impactante para ser mostrado en otros recintos.
Críticas a la línea editorial: ¿Arte o simple provocación?
Si bien el Museo del Arte Prohibido ha logrado notoriedad y atraer a miles de visitantes, también ha recibido detractores que cuestionan su línea editorial y lo acusan de ser una mera sucesión de obras con afán de provocar reacciones, sin mayor sustento artístico. Incluso, trascendió el rumor de que todas las obras exhibidas fueron creadas por los mismos fundadores bajo seudónimos. Aun así, el debate en torno a los límites éticos del arte permanece más vivo que nunca gracias a este singular proyecto.
Recientemente, varios artistas de renombre internacional se han sumado a la causa del Museo del Arte Prohibido, donando obras que fueron censuradas o retiradas de exhibición en otros países.
Tal es el caso del reconocido fotógrafo japonés Hiro Tanaka, quien entregó su controversial serie “Piedad filial” que muestra ancianos siendo abusados por sus cuidadores. O la pintora india Arundhati Roy, quien envió su lienzo “La profanación” donde reinterpreta escenas religiosas con contenido sexual explícito.
Coleccionistas privados prestan piezas pocas veces vistas
Adicionalmente, destacados coleccionistas que por años han mantenido ciertas obras fuera del alcance público, finalmente accedieron a prestarlas para ser exhibidas en este peculiar museo barelonés.
Es el caso de la acaudalada empresaria colombiana Esther Gómez, quien tenía en su mansión la impactante instalación “El mesías de la basura” del artista callejero Banksy, la cual muestra a Jesucristo como un indigente.
Por otra parte, la creciente fama del museo ha incentivado a talentosos creadores catalanes con propuestas contestatarias a postular sus controversiales obras con la esperanza de obtener mayor difusión.
Uno de ellos es el jovencísimo Lluís Campaña, quien presentó su cortometraje experimental “Metamorfosis política” que compara el fascismo con ciertas tendencias actuales. Además, la talentosa fotógrafa Cristina Reyes inscribió su impactante serie “Putrefacción moral” representando la decadencia social.
Extrema derecha española amenaza con boicot permanente
No obstante, el incremento en el número y radicalidad de las obras exhibidas ha avivado las críticas desde ciertos sectores ultraconservadores, especialmente grupos de extrema derecha, que han amenazado con realizar un boicot permanente en la entrada del museo para disuadir la visita del público.
Alegan que el tipo de contenido que promueve el museo resulta una afrenta intolerable hacia sus valores patrios y religiosos. Por su parte, las autoridades manifestaron que garantizarán el derecho a la protesta pacífica siempre que no exista obstrucción al acceso.
Recientemente, los abogados del artista disidente chino Wei Wu remitieron una carta notarial al Museo del Arte Prohibido exigiendo el retiro inmediato de la obra “El tirano Mao” del autor anónimo Luo Cheng, argumentando que se trataría de un plagio de la obra prohibida de Wu titulada “El gran dictador Mao”.
Desde el museo se defendieron alegando que no existe evidencia concluyente sobre esta acusación y que verificar la autoría de obras censuradas resulta especialmente complejo. El caso podría terminar en un sonado juicio internacional.
Curaduría busca equilibrar sensibilidades en exhibiciones itinerantes
Con miras a las próximas exhibiciones temporales que realizará el Museo del Arte Prohibido en otras urbes europeas, el equipo curatorial se encuentra revisando meticulosamente las obras preseleccionadas para encontrar un equilibrio entre el impacto buscado y el respeto a la diversidad de sensibilidades de cada sociedad.
Según Núñez, director del museo, están conscientes que ciertas representaciones visuales pueden herir profundamente las cosmovisiones y sistema de creencias de minorías culturales y religiosas, por lo que procurarán excluir aquellas obras que no aporten un mensaje constructivo.
Debido a la gran acogida entre el público local y turistas de todo el mundo, el Museo del Arte Prohibido se embarcó en una novedosa campaña de financiamiento colectivo para recaudar fondos destinados a ampliar sus instalaciones actuales y así albergar nuevas salas de exposición con la creciente colección de obras adquiridas.
A cambio de contribuciones económicas, se ofrecen recompensas como visitas privadas, cursos de arte dictados por sus propios artistas exhibidos, e incluso la posibilidad de que los mecenas más generosos puedan sugerir ideas para una próxima obra prohibida a ser incorporada por el museo.