España cuenta con una rica tradición artística que se refleja en los magníficos murales repartidos por todo el territorio. Desde los grafitis urbanos más modernos hasta los murales cerámicos tradicionales, estos trabajos capturan la esencia de la identidad y las tradiciones españolas.
Uno de los murales más icónicos es el conjunto de azulejos situado en la estación de metro de Sol en Madrid, que representa escenas costumbristas madrileñas de principios del siglo XX. Realizado por el ceramista sevillano Enrique Guijo en 1919, transmite una instantánea del Madrid de la época.
Otro ejemplo notable son los murales de la escalera monumental del Mercado de la Ribera de Bilbao. Con 2.000 m2 de superficie, los azulejos narrativos plasman la importancia histórica del mercado de abastos para la economía local y los hábitos sociales de los bilbaínos.
2Una oportunidad para visibilizar problemáticas sociales
Los murales tienen también un gran potencial transformador, especialmente en barrios desfavorecidos. Convertir una pared abandonada en una obra de arte inspiradora infunde renovadas energías a una comunidad y reduce los índices de criminalidad.
Es el caso de las creaciones del colectivo Boa Mistura en barrios como La Latina en Madrid, donde dieron color a bloques de pisos sociales en deterioro. Los vecinos participaron en el proceso creativo en un bonito ejemplo de implicación ciudadana en iniciativas artísticas.
En esa línea destacan igualmente los murales realizados por el colectivo Unlogic en el madrileño barrio de Pan Bendito, que abordan problemáticas sociales como la desigualdad o la multiculturalidad.