Michael Laudrup es magia. Lo fue en el Barcelona y en el Real Madrid. Con los dos ganó título y en ambos fue un caballero, dentro y fuera de la cancha. Una jugada que fascinó al mundo en 1993 elevó a los altares de la magia, si es que hacía falta, al mediapunta danés. Fue en el campo de Osasuna. Años después, en 1996, ya en el Madrid, el astro hizo una jugada calcada, pero en el estadio Santiago Bernabéu. De la primera chistera se benefició Romario; de la segunda, Raúl González Blanco, el entonces delantero del Real Madrid. Kappa era el patrocinador técnico del Barça en esa época y Teka, el sponsor del Madrid.
BARCELONA, ROMARIO, LAUDRUP
En una liga, la 93-94 en la que el Barcelona partía como favorito, el Dépor le disputó el título hasta el fina. Fue la liga de Romario, que prometió 30 goles y lo cumplió. Muchos de esos goles llevaron el sello de Michael Laudrup.
En la primera jornada fue Pep Guardiola el que asistió con el frac puesto al brasileño y en la quinta, fue Laudrup el que destapó el tarro de las esencias, dejando alucinado al propio Michael Robinson, que comentó el Osasuna-Barcelona, el partido en el que se produjo el gesto técnico descomunal.
Romario había marcado para el Barcelona el primer tanto en el minuto 33 Un gol muy bello. Primero un control de pecho excelente, seguido de un regate de espuela con la izquierda y un remate colocado, muy ajustado, también con la izquierda. Inapelable.
El Barcelona encarriló el partido rápido. En una jugada fuera del área, Michael Laudrup hizo un recorte con la derecha, y sin mirar, la puso de palanca por encima de la defensa del cuadro de Pamplona. Pan comido para Romario, que con el portero adelantado, hizo una vaselina sencilla. Cero a dos en el minuto 39 y choque encaminado.
En una jugada fuera del área, Michael Laudrup hizo un recorte con la derecha, y sin mirar, la puso de palanca por encima de la defensa del cuadro de Pamplona
Esa jugada dio la vuelta al mundo, los períódicos, las radios, las televisiones, todos hablaron de ella. Osasuna recortó distancias, luego Stoichkov, marcó en el 82 y en el 89, los locales anotaron el 2-3 defintivo. Victoria del Barcelona.
Pasaron muchas cosas esa campaña. Laudrup acabó cansado de ser el cuarto extranjero y al final de la temporada tomó el avión para jugar en el eterno rival, el Real Madrid de Valdano.
En la primera temporada los blancos ganaron el campeonato, con Laudrup en plan estelar. Un gran socio para Zamorano y Raúl González.
EL PASO AL REAL MADRID
En la siguiente campaña, los blancos no estuvieron finos y el Barcelona estuvo algo mejor. Desde el inicio se vio. En la segunda vuelta, el Real cambió a Valdano por Arsenio Iglesias y la cosa no fue mejor. Laudrup siguió dejando destellos, aunque ya no fue al nivel de su primera temporada en el Madrid.
Uno de esos fogonazos lo protagonizó el danés en el Real Madrid Betis, un choque de la segunda vuelta. El Madrid se adelantó en el marcador por medio de Sanchis, pero Stosic y el ex madridista Alfonso Pérez pusieron en ventaja a los andaluces. En esto que llegó Laudrup y mandó parar. Con la categoría que tenia, recibió una pelota de Raúl al borde del área, y la levantó al estilo del balón de gol que dio a Romario en noviembre de 1994. El delantero madrileño no desaprovechó el regalo de Michael Laudrup y colocó el empate.
lAUDRUP recibió una pelota de Raúl al borde del área, y la levantó al estilo del balón de gol que dio a Romario en noviembre de 1994
Luego llegaron los goles de Iván Zamorano y Fernando Redondo. El Madrid ganó 4-2, pero lo que queda para el recuerdo es la palanca de Laudrup, el mago.
No solo sabia dar goles, también marcarlos. Poco, eso sí. En el Madrid marcó dos muy similares. Conducción, regate y colocación. En 1995 fue ante el Sporting de Gijón, en el Bernabéu; en 1996, en Bilbao, ante el Athletic en San Mamés, ‘La Catedral’.
El gol más inesperado, raro y efectivo lo marcó en 1995 en Lisboa, en la Copa de la UEFA, ante el Sporting de Lisboa de un entonces desconocido, pero que se hizo un hueco entre los mejores, Luis Figo. El Madrid perdió 2-1, pero pasó de ronda. Laudrup tenía la cabeza para pensar y hacer soñar, pero ese día la utilizó también, con un remate poco ortodoxo, para marcar gol.