Los esfuerzos diplomáticos de EEUU y la ONU no mejoran el conflicto del Sáhara Occidental

Marruecos y el Frente Polisario no parecen haberse dejado ablandar en sus respectivas posiciones respecto a una solución para el conflicto del Sáhara Occidental pese a los esfuerzos diplomáticos que en las últimas semanas han venido desplegando tanto el enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, como Estados Unidos y que han estado rodeados de la máxima discreción.

La última vez que Marruecos y el Polisario se sentaron en torno a una misma mesa fue en marzo de 2019, aunque lo hicieron en compañía de Argelia, principal valedor de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD), y Mauritania. La renuncia en mayo de ese año del entonces enviado especial para el Sáhara, Horst Koehler, promotor de la iniciativa, dejó huérfano al proceso negociador hasta que, doce candidatos fallidos después, en noviembre de 2021 fue elegido De Mistura.

Desde entonces, se han producido varios acontecimientos que han contribuido a complicar un escenario ya de por sí difícil. Por una parte, el Polisario dio por finalizado el alto el fuego en noviembre de 2020, lo que supuso una reanudación de las hostilidades, y por otra, la decisión de Donald Trump de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara dio alas a Rabat, que considera la antigua colonia española como una parte indivisible del reino y está inmersa en una campaña diplomática para sumar a más países a su tesis.

El último en hacerlo ha sido Israel el pasado julio, mientras que España, con el apoyo al plan de autonomía marroquí para el Sáhara como «la base más sólida, creíble y realista» para una solución, se quedó un paso por detrás, pero otro por delante de países como Francia o Alemania, que lo consideran como «una base» para poder resolver un conflicto que se prolonga desde hace casi cinco décadas.

NUEVA GIRA DEL ENVIADO DE LA ONU

En este contexto, De Mistura ha completado esta semana su tercera gira por la región. En esta ocasión, por primera vez, ha podido visitar tanto El Aaiún como Dajla, después de que en julio de 2022 Rabat no se lo permitiera, además de reunirse con el ministro de Exteriores marroquí, Nasser Burita, durante la primera etapa de un periplo que arrancó en Marruecos hace dos semanas.

Esta semana ha completado sus contactos, acompañando primero al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en el encuentro mantenido en Nueva York con el secretario general del Polisario, Brahim Ghali, y desplazándose luego a Argelia, donde se reunió tanto con el presidente, Abdelmayid Tebune, como con el ministro de Exteriores, Ahmed Attaf, y por último a Mauritania, donde le recibió el presidente, Mohamed Uld Cheij Ghazuani.

El arranque de su gira coincidió en el tiempo con la visita a Marruecos y Argelia del responsable del Departamento de Estado de Estados Unidos para temas del norte de África, Joshua Harris, quien igualmente tuvo ocasión de hablar con ambos gobiernos así como con Ghali, con el que se reunió durante su visita a los campos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia).

Ni Washington ni Naciones Unidas han querido entrar en detalles sobre lo discutido con sus interlocutores ni dar pistas sobre si se ha producido algún avance que permita augurar una reanudación de las conversaciones. En el caso de De Mistura, el enviado especial debe preparar el informe que tendrá que presentar Guterres ante el Consejo de Seguridad en octubre, así que presumiblemente habrá que esperar hasta entonces para conocer su análisis de la situación.

LAS PARTES SE REAFIRMAN EN SUS POSICIONES

Quienes sí han hablado han sido Marruecos, el Polisario y Argelia, en todos los casos para reafirmar la postura que han venido defendiendo. Así, tras la reunión entre De Mistura y Burita, Rabat recalcó que cualquier solución al conflicto pasa «exclusivamente» por el plan de autonomía que el rey Mohamed VI presentó en 2007 y que no aceptará ninguna «solución política» no puede poner en peligro «la soberanía nacional y la integridad territorial del Reino».

A su vez, el Polisario aprovechó el encuentro entre Ghali y Guterres para afear a la ONU su reticencia a «llamar las cosas por su nombre» y denunció «intentos de algunas partes» de modificar las resoluciones del Consejo apelando al «realismo», puesto que este enfoque sólo prolongará la «ocupación militar ilegal» de la antigua colonia española, donde el Polisario reclama como solución un referéndum de autodeterminación.

Precisamente, el ministro de Exteriores argelino insistió ante De Mistura en «el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación» y le trasladó su confianza en que sus contactos permitan reactivar negociaciones «directas» entre Marruecos y el Polisario, «sin condiciones previas y de buena fe», algo que Rabat ha venido rechazando de plano, ya que apuesta por la vía de la mesa a cuatro.

Con todo, la coincidencia en los esfuerzos diplomáticos tanto de la ONU como de Estados Unidos han generado la impresión de que ‘algo se mueve’ o al menos se está intentando.

¿REANUDACIÓN DE LAS NEGOCIACIONES?

A finales de julio, el director para el norte de África del ‘think-tank’ Crisis Group, Riccardo Fabiani, sostenía en un artículo que había «signos alentadores de una posible vuelta al diálogo en los próximos meses», tras haber hablado con distintas fuentes diplomáticas, y sostenía que Washington había venido «ofreciendo de forma silenciosa apoyo a los planes para volver a juntar a las partes y forjar un nuevo proceso negociador».

En opinión de este experto, Estados Unidos es el único país que puede hablar «con todas las partes concernidas», el término acuñado por De Mistura para no identificar a las claras quiénes deben negociar –y por tanto no tomar partido ni por la tesis de Marruecos ni por la del Polisario– y que fue refrendado por el Consejo de Seguridad en su resolución 2654 de octubre pasado.

Fabiani descarta a España, por su mala relación con Argelia tras su reconciliación con Marruecos, y a Francia, en su caso por lo contrario, ya que últimamente se ha alejado de Rabat y parece estar más próxima a Argel, así como a Rusia, a quien considera «demasiado próxima al Polisario y Argelia para que Rabat le acepte como interlocutor creíble».

Sin embargo, el conflicto del Sáhara Occidental no figura entre las prioridades en la agenda de Estados Unidos, tal y como le había reconocido un diplomático estadounidense: «Queremos resolver el conflicto pero no es una prioridad para nosotros».

Con todo, la gira realizada por Harris demuestra el interés de Washington por la cuestión y, sobre todo, su voluntad de respaldar los esfuerzos que viene realizando De Mistura, algo que trasladó a sus interlocutores en Rabat, Tinduf y Argel.