Ya es una realidad: si un negocio no ha hecho bien el calculo ni ha actuado para minimizar su huella de carbono, a corto plazo tendrá que afrontar problemas de reputación corporativa y mayor dificultad para atraer financiación, inversiones o ayudas.
Desde la aprobación del protocolo de Kioto hasta la firma del Acuerdo de París, son muchos los objetivos que se han marcado como sociedad y que, en el ámbito empresarial, se traducen en compromisos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Aun así, se está viviendo un momento regulatorio crucial y no todas las organizaciones han hecho sus deberes.
La entrada en vigor en España de la Ley 7/2021 de cambio climático y transición energética, el futuro Decreto sobre estimación del impacto financiero de los riesgos asociados al cambio climático, y otras normas de reporting como la Directiva (UE) 2022/2464 sobre la presentación de información sobre sostenibilidad por parte de las empresas, son solo algunos de los ejemplos que ya establecen exigencias en materia de cálculo, registro y reducción de emisiones.
A estas disposiciones españolas, hay que añadir la aplicación de la regulación de la Taxonomía Verde europea que establece unos criterios para determinar cuándo una actividad es o no sostenible, con respecto a sus operaciones de mitigación y adaptación al cambio climático y a la adopción de otros objetivos ambientales.
¿Se puede decir que se conoce bien la Huella de Carbono de las Organizaciones y sus productos?
A ciencia cierta, hoy por hoy existen muy pocas empresas que calculen sus emisiones de CO2eq o gases de efecto invernadero, de forma completa y verificable. Es decir, no aplican protocolos normalizados como la norma ISO 14064 o la norma ISO 14067, o bien, otras referencias internacionalmente validadas como el GHG Protocol.
En un reciente estudio de la CEOE, se muestra que solo 1.604 organizaciones han inscrito sus emisiones en el Registro de Huellas de Carbono en España (fuente: 2021 MITERD). Esto contrasta con la obligatoriedad de comunicación que se prevé en los próximos dos años para las empresas de más de 250 trabajadores. Además, teniendo en cuenta que muchas de estas empresas solicitarán también datos de emisiones a sus respectivos proveedores, es evidente que la cobertura del cálculo este país está todavía en su fase inicial.
Los especialistas de las consultoras Ecomundis y RightSupply, técnicos que afrontan en el día a día el cálculo de la huella de carbono para diferentes empresas, apuntan que los déficits en los trabajos de análisis o cálculo de la Huella de Carbono son muy claros:
Existen muy pocas organizaciones que dispongan e informen sobre sus huellas de carbono de producto. No existe, hoy por hoy, un registro público, gratuito y verificable que, de forma armonizada y global, o cuanto menos europeo, recopile y de acceso a las emisiones directas (alcance 1) e indirectas de suministro energético (alcance 2). Al contrario, cada vez compiten más registros privados o de organismos no gubernamentales, incluso registros regionales dentro de un mismo país que no siempre aplican los mismos criterios, normas de cálculo o factores de emisión.
La complejidad del cálculo de una huella de carbono para una organización o producto implica definir muy bien los límites del inventario de emisiones que se contemplan. En la mayoría de las huellas comunicadas, no se tiene en cuenta el denominado alcance 3, correspondiente al ciclo de vida de los productos o servicios (que contempla, entre otras, las emisiones indirectas asociadas a las materias primas).
No todos los informes que se presentan expresan en detalle las estimaciones y simplificaciones que se han realizado para poder llegar a un valor final de la Huella de Carbono. Los parámetros de incertidumbre no se comunican habitualmente.
Por otro lado, no todas las consultoras o técnicos que realizan los cálculos lo hacen de la misma forma y siguiendo un mismo método y fuentes de factores de emisión. Es por ello, que es muy importante la estandarización, la verificación y la supervisión de terceros.
¿Cuál es el impacto en el consumidor o usuario de forma real?
Principalmente, el consumidor accede a la información del impacto climático de las organizaciones a través de las campañas de comunicación que programan los equipos de marketing en relación con sus productos.
El consumidor final, bastante tiene con entender las innumerables ecoetiquetas que existen para los productos que adquiere. Como ejemplo, para una misma categoría de productos que ofrezcan diferentes marcas, sería muy difícil establecer comparativas de sus respectivas Huellas de Carbono, si estas no han contemplado en su cálculo todo el mapa completo de emisiones o lo han hecho de forma parcial y desigual. Es por ello, por lo que hoy en día prácticamente no se etiquetan los envases de productos incluyendo sus huellas de carbono (gr CO₂/producto).
Por otro lado, el consumidor no tiene tiempo o fácil acceso a ninguna fuente para conocer en detalle las emisiones que genera una organización. Es decir, no se puede pedir que consulte y analice los informes, páginas web y memorias de sostenibilidad de las organizaciones para valorar o conocer su impacto climático o la huella de carbono de un producto específico; que, por otro lado, difícilmente encontrará.
¿Qué enfoque deberían adoptar las empresas?
Reconocer los métodos de cálculo unificados basados en estándares internacionales.
Entender que el cálculo de Huella de Carbono es un proceso de análisis detallado que deben efectuar técnicos especialistas apoyándose en aplicaciones y bases de datos actualizadas.
Apostar por un futuro registro público y gratuito de información en materia de emisiones de CO₂ (para huellas de carbono de organización y productos) que debería ser internacional, al menos a nivel europeo. Esto les ayudará a mejorar sus cálculos.
Concienciar e implicar a toda la estructura de la organización en la aportación de información para el cálculo y la reducción de las emisiones.
Trazar un plan de ruta de reducción de las emisiones directas e indirectas de CO2eq, basado en datos fiables, comparables y verificables.
Exigir la información de la Huella de Carbono de Producto a sus proveedores.
Facilitar los informes de Huella de Carbono a sus clientes de forma detallada.
Confiar solo en sistemas de compensación de la huella de carbono verificados.
Pablo Chamorro, director de Ecomundis, concluye que la sociedad se enfrenta a un campo muy especializado que tiene por objetivo ser más transparentes en la evaluación y en la reducción declarada de las emisiones de gases de efecto invernadero de empresas, eventos, productos y servicios. Responder a las nuevas exigencias normativas, seguir las metodologías y los registros oficiales es de vital importancia para comunicar con rigor.