De vez en cuando aparecen discos que marcan un antes y unos después evidentes. Que abren la conversación sobre la llegada de una nueva generación, y evidencian un relevo que estaba ya esperando por ocurrir, esta es la realidad de los Vetusta Morla. El quinteto madrileño tiene ya asegurado su espacio en el olimpo del rock español, pero lo llamativo es que su primer disco, ‘Un día en el mundo’ dejaba claro desde el inicio cuáles eran las armas de la banda para conquistar ese espacio.
Es que a pesar de los años el disco mantiene una frescura y una identidad muy propias de la banda. No es que ellos no hayan sumado otros sonidos y estilos en lanzamientos más recientes, como las canciones más ambientales de ‘La deriva’ de 2014 o los elementos de folklore en ‘Cable a tierra’. Es que desde siempre han sabido construir canciones dinámicas que saben captar la atención del oyente varias veces durante su duración. Esto lo entendían desde el día uno.
Lo otro que entendieron siempre fue la importancia de la poesía en sus canciones. Aunque la estructura musical de la banda bebe en muchos niveles del Britpop de Blur y, sobre todo, de Oasis y Radiohead, las letras, casi siempre del guitarrista Guillermo Galvan, apuntan a la influencia de la poesía española. Es una combinación especial que ya aquí creaba canciones que podían vivir cómodamente entre lo abstracto, lo universal y lo personal.
Es que la colección de canciones es especialmente preciosa en el retrovisor. ‘Un día en el mundo’ construye el primer modelo de las canciones de amor de la banda, ‘Pequeño desastre animal’ sigue siendo un himno clave en sus conciertos, y del mismo sale el nombre de la disquera del grupo, pero sobre todo es el disco donde está ‘Copenhague’.
Este tema bien puede ser considerado el himno clave de la carrera de Vetusta Morla. Una balada sobre la necesidad de tomar riesgos, sobre la belleza de la incertidumbre y sobre la necesidad volver a empezar de vez en cuando. «El valor para marcharse, el miedo a llegar», es una frase que, como inmigrante, es importante para afrontar el día a día, pero aun sin una decisión tan radical es un himno que funciona para cualquiera que asume el riesgo de cambiar de trabajo, de emprender o de iniciar una nueva relación.
EL PRINCIPIO DEL MITO DE VETUSTA MORLA
Pero este disco, lanzado de forma independiente tras ser rechazado por varias disqueras, no solo es un clásico por la belleza propia de sus canciones. Más allá de eso son los cimientos sobre los que uno de los grupos clave del rock español ha construido su leyenda. Es fácil decir hoy que tienen discos mejores, ‘La Deriva’ y ‘Mismo sitio distinto lugar’ probablemente puedan competir por el honor de ser el mejor disco de la banda, pero en sus composiciones es evidente el mismo ADN de su debut.
Volver a este primer es impresionante precisamente por lo completos que los Vetusta Morla aparecieron en la escena. Volviendo a sus influencias anglosajonas: Oasis no pudo mantener el nivel después de sus primeros dos discos, y Radiohead se transformó tanto en esos primeros tres lanzamientos que bien podría ser una banda diferente la que grabó ‘Pablo Honey’ y la que hizo ‘Ok Computer’ y ‘Kid A’. Es raro que desde el principio los madrileños entendieran tanto de su sonido.
Ahora se acercan al cierre de otra gira, que los llevó al estadio Metropolitano en su concierto más grande hasta la fecha, los madrileños siguen siendo una rara avis en la escena musical española. Un grupo con un sonido tan profundamente personal que debería ser más cercano al éxito de culto, pero que se han convertido no solo en piezas clave.