Sopa sobre un Van Gogh, manos pegadas a las carreteras, puré de patata sobre un cuadro de Monet… Los activistas climáticos en Europa y España han estado adoptando tácticas más extremas.
Todos han sumado en los últimos meses las acciones radicales de Futuro Vegetal, entre otros, colectivos de desobediencia civil cuyos miembros han logrado gran repercusión al pegarse a las majas de Goya en el Museo del Prado.
Esta fue una acción similar a la que ya habían realizado activistas internacionales de Just Stop Oil por toda Europa, pero también cortar parte de la M-30 de Madrid o una etapa de la Vuelva a España o intentar amarrarse a la tribuna del Congreso. Ahora lo vemos también con unas sentadas en el suelo… aunque hay quienes han terminado por pasar por encima. O casi.
Los activistas climáticos, colectivos de desobediencia civil
La modesta ambición de los acuerdos climáticos que año tras año se alcanzan en las cumbres del clima revela la complejidad de lograr acuerdos globales y, especialmente, que los representantes de cada país tienen otras prioridades a la hora de negociar su compromiso de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Así, estas de los activistas climáticos son acciones disruptivas que llaman la atención porque subvierten el orden de las cosas y generan incomodidad, aunque no dañan el patrimonio (o no deberían).
Lo que sí es una notable diferencia entre ambas es el caso que hacen a la ciencia: las cumbres del clima trabajan sobre la evidencia científica del cambio climático y sus impactos, sin avanzar apenas en las recomendaciones científicas.
Sin embargo, sólo quienes participan en los actos de desobediencia civil parecen tomarse realmente en serio las advertencias de los científicos y científicas de todo el mundo.
La gente empieza a cansarse de los activistas climáticos: pic.twitter.com/6Ry6Ipb1ET
— Wall Street Wolverine (@wallstwolverine) July 18, 2023
Estas acciones ni siquiera tienen el total apoyo en el campo ecologista
«Estamos ante el mayor episodio de sufrimiento e injusticia de la historia de la humanidad y nuestra ventana de oportunidad está a punto de cerrarse«, explicó Dernière Rénovation» en un manifiesto.
Unas acciones, eso sí, que siguen estando lejos de tener un apoyo unánime incluso en el campo ecologista.
«El clima merece algo mejor que esta caricatura imbécil», reaccionó el excandidato presidencial verde de Francia, Yannick Jadot, tras un ataque con sopa a los Girasoles de Van Gogh.
Lo cierto es que, según las previsiones, el aquí y ahora de la crisis climática multiplicará en España las acciones de «desobediencia civil» que, desde el 2021, se están llevando a cabo en distintos países de Europa para protestar por la «inacción» de los gobiernos ante una problemática que, nada menos, pone en juego el futuro de la humanidad… pero también sabemos que no todos pasarán por el aro, ni mucho menos. Esto lo hemos visto recientemente con un hombre que ha decidido no importarle que estos activistas climáticos y manifestantes se encuentren en la carretera y ha pasado por la zona «cortada» sin más.