La comunidad científica se acerca cada vez más hacia la bioluminiscencia, un recurso evolutivo presente en bacterias, hongos y algunos animales. El principal atractivo de este fenómeno es la capacidad de producir luz sin gasto de calor, el cual se entiende a menudo como una pérdida de energía.
El equipo estadounidense Glowing Plant, busca desplazar esta facultad a las plantas. Este grupo busca reemplazar la iluminación obtenida a partir del consumo eléctrico, por un sistema más eficiente basado en la biología sintética, la ingeniería genética y la biotecnología.
El primer diseño de una planta bioluminiscente se realizó en 1986, mediante un experimento que consistía en expresar la luciferasa de luciérnaga en una planta de tabaco, sin embargo, esta planta tenía que ser alimentada con luciferina para permitir que brillara, pero por sí misma no emitía luminosidad.