¿Alguna vez has sentido un dolor persistente en tu estómago, gases e hinchazón? Si es así, es posible que hayas escuchado hablar de SIBO.
Hablamos de un síndrome de reciente aparición, caracterizado por la proliferación patológica de bacterias de tipo colónico en el intestino delgado.
«La microbiota es el conjunto de microorganismos que habitan sobre la piel y en la superficie de las mucosas. Estos microorganismos son esenciales para la vida, hasta el punto de que ésta no sería posible en su ausencia”, informan expertos del Servicio del Aparato Digestivo del Hospital La Paz, en Madrid.
El SIBO, un desequilibrio que afecta a tu intestino
La disbiosis es un desequilibrio, tanto cuantitativo como cualitativo, que se produce en el ecosistema bacteriano intestinal y que afecta a su función metabólica y a su correcta distribución por el intestino. Estos cambios en la concentración bacteriana intestinal provocan el desarrollo o el empeoramiento de distintos trastornos, como el SIBO.
En los últimos tiempos, se habla más que nunca de una patología que puede dar lugar a problemas digestivos crónicos, que van desde la hinchazón, la pesadez, las náuseas o los cambios en el hábito intestinal, entre otros.
Los doctores corroboran que, efectivamente, «existe cierta moda de hacer una opción diagnóstica que en realidad siempre ha existido y que puede darse en diferentes momentos de la vida, como después de ciertas infecciones, en momentos puntuales de estrés o en cualquier circunstancia en la que se produzca un sobrecrecimiento bacteriano y, por decirlo de forma simple y gráfica, las bacterias malas del intestino ocupen un lugar que correspondería ocupar a las buenas«.
El SIBO puede estar detrás de otras enfermedades como la intolerancia a la fructuosa o lactosa
Según algunos estudios científicos, el SIBO puede estar detrás de otras condiciones funcionales o enfermedades como la disbiosis intestinal, la celiaquía, la intolerancia a la fructosa y a la lactosa y el mal llamado síndrome de intestino irritable que disminuyen la calidad de vida del paciente y empeoran la evolución de las enfermedades o trastornos.
Si esta situación es recurrente y se sostiene en el tiempo, las complicaciones pueden ser pérdida de peso, algunas complicaciones gastrointestinales también y, sobre todo, malabsorción de nutrientes.
Para prevenirlo debes cambiar tu dieta
Entre las consecuencias, puede aparecer la deficiencia de vitaminas. Como resultado de la absorción incompleta de las grasas, el cuerpo no puede absorber completamente las vitaminas liposolubles A, D, E y K. Las bacterias del intestino delgado sintetizan y utilizan la vitamina B-12, que es esencial para el funcionamiento normal de tu sistema nervioso y la producción de células sanguíneas y ADN.
Igualmente, tal y como se refieren los médicos, una buena manera de prevenir el desequilibrio bacteriano en el intestino delgado y, por decirlo de una manera simple, dar a las bacterias beneficiosas el alimento que necesitan, es poner en marcha algunos cambios en la dieta que pueden resultar beneficiosos.
«Hay que tener en cuenta que estas bacterias comen lo mismo que nosotros, de manera que la alimentación es fundamental a la hora de prevenir y tratar los casos de SIBO. Lo que más les gusta es la fibra de alta calidad, presente en cereales integrales, tubérculos (sobre todo si se cocinan y se dejan enfriar), carbohidratos de muy alta calidad y alimentos fermentados como el yogur, la cuajada, el kéfir o los quesos frescos, además de otros como chucrut, kombucha, tempeh o miso», explican desde el hospital La Paz de Madrid.