Sin duda, la gastronomía italiana es una de las más apreciadas y extendidas en todo el mundo. Y es que parece que, casi en cualquier rincón del mundo, es fácil encontrar un local en el que se ofrezca algún plato típicamente italiano, como puede ser la pizza, o la burrata. Sin embargo, no siempre es fácil que un plato italiano te recuerde a la gastronomía tradicional del lugar. Y eso es algo que sí han conseguido desde Can Pizza, donde han demostrado que la buena comida no está reñida con un estilo moderno y desenfadado.
Pocos placeres hay que se puedan comparar, cuando tienes un mal día, con pedir una pizza, y ver una buena película. Un plan que cada vez es más frecuente, pero que cada vez parece tener un pequeño «fallo» constante: y es que, en muchas ocasiones, la pizza parece haber dejado de ser pizza, siendo muchos los productos que han perdido el sabor de lo auténtico, reinando los productos ultraprocesados que, para muchos, hacen que el producto italiano haya perdido gran parte de su esencia.
Esencia que, por suerte para los madrileños, ha recuperado ‘Can Pizza’. Una línea de restaurantes que busca recuperar ese «sabor a pizza» en el que todos pensamos, y unirlo a una estética de local completamente renovada y moderna, donde el ambiente desenfadado reina entre el olor a la albahaca y a la masa recién horneada.
DE LA PORCHETTA AL TIRAMISÚ, UN ÉXITO
Así pues, el diario Qué! se acercaba al local de Can Pizza de Madrid para probar su gastronomía inspirada en Italia y en todos sus productos de primera calidad. Unos productos que, de forma muy satisfactoria, también se pueden encontrar en la carta de Can Pizza.
Y es que la burrata fresca, servida en una cama de ensalada con tomates cherry y pan de masa de pizza, hace las delicias de cualquier amante de la gastronomía italiana. Y, por supuesto de cualquier amante del queso, con una calidad de producto que hace que no haga falta apenas aderezo para que el paladar diga «sí» a Can Pizza (aunque lo tenemos que reconocer: el toque del aceite de oliva que te ofrecen en el local, le da un punto muy especial a la burrata).
Imprescindible a la hora de visitar el local es la Porchetta. Y es que este manjar italiano, servido en Can Pizza con una majestuosa salsa de mostaza, no sólo te traslada directamente a la campiña italiana, sino que te conquista desde el primer momento con un sabor delicado pero completamente inesperado; y es que, lejos del típico sabor de la porchetta prefabricada, este plato de Can Pizza demuestra el gran cariño que sus creadores le dan a cada elemento que ponen sobre la mesa.
Elementos entre los que tampoco podría faltar la pizza, la gran protagonista del local. Más de veinte variedades de pizza, inclusive para alérgicos al gluten y a la lactosa, están presentes en la carta. Algo que hace muy difícil la elección, ya que, desde el primer momento, el olor de la pizza hecha a la forma tradicional, en horno de leña, inunda el local, decorado en forma de contraste con una fuerte modernidad y estilo desenfadado.
Y dentro de este tándem, no podía faltar uno de los postres más típicos, y más deseados, de la gastronomía italiana. No os vamos a engañar: no somos muy de postres, pero con éste, no hemos podido evitar hacer la excepción. En una palabra: espectacular. Casero, muy cremoso, y con un sabor dulce y suave que lo hace perfecto para terminar de comer. Eso sí, mejor para compartir, porque no escatiman en cantidad.
CAN PIZZA HACE UN HOMENAJE MUY PARTICULAR A MADRID
Pero Can Pizza no se ha limitado únicamente a traer la gastronomía italiana a Madrid. Y es que también han querido hacer un peculiar homenaje a uno de los platos más típicos de la capital (eso sí, a su manera): en concreto, el bocata de calamares.
Una versión en la que un pan, estilo focaccia, con tinta de calamar, se convierte en la parte de masa de un bocadillo con unos calamares fritos con un crujiente y nada grasiento rebozado. Elementos que van acompañados, en fusión italiana, con stracciatella de burrata, pesto de tomate seco y rúcula. Una experiencia completamente inesperada y que, a pesar de que es muy distinto al típico bocata de calamares de Atocha, sin duda sorprende por sus sabores.