Los mitos que rodean al padre del Quijote, Miguel de Cervantes, son muchos. De él no se conocía exactamente cómo era físicamente pero, su característica más popular es que era manco, el ‘Manco de Lepanto’. Aunque en realidad, no era manco si no una exageración.
Cervantes tenía el brazo inutilizado pero no era manco. Durante la Batalla de Lepanto, recibió tres heridas de arcabuz, un arma larga de fuego antecesora del mosquete y muy utilizada en infantería. El plomo de dos disparos le fue a parar al pecho y el tercero le dio de lleno en la mano izquierda. La herida dejó inutilizado parcialmente el brazo izquierdo de Cervantes. Nunca le faltó o le cortaron la mano. En aquella época decir que era Manco significaba que no podía utilizar uno de sus brazos.