La marquesa de Griñón ha utilizado el servicio premium del aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid Barajas para esquivar a las cámaras y, al no conseguirlo, no ha dudado en esconderse detrás de unas plantas para que no pudiésemos ver su felicidad tras haber elegido por fin el diseño que lucirá en su boda con Íñigo Onieva
Sin tiempo que perder, y consciente de que queda tan solo mes y medio para darle el ‘sí quiero’ a Íñigo Onieva, Tamara Falcó se ha puesto manos a la obra tras quedarse sin vestido de novia hace justo una semana. Después de recibir propuestas de más de 50 diseñadores, la marquesa de Griñón se ha decantado por Carolina Herrera y será la exclusiva firma la encargada de que luzca radiante en el día más feliz de su vida.
Este domingo, la hija de Isabel Preysler ponía rumbo a Nueva York junto a su estilista, Blanca Unzueta, para visitar el atelier de la marca, reunirse con Carolina Herrera y Wes Gordon -diseñador que se encargará de confeccionar el vestido de los sueños de Tamara tras su varapalo con ‘Sophie et Voilà’- y probarse por primer vez el diseño que lucirá en su boda.
Un viaje exprés del que no ha trascendido ningún detalle -tal es su discreción con este tema que la marquesa ni siquiera ha confirmado todavía que su traje de novia será de Carolina Herrera- y que ha durado menos de 48 horas.
Un visto y no visto muy bien aprovechado, puesto que fuentes cercanas deslizan que la hermana de Ana Boyer está feliz porque la marcha ha entendido perfectamente cómo quiere ir vestida en su gran día. Sin embargo, a su llegada a Madrid Tamara ha jugado al gato y al ratón con la prensa para no revelar ningún detalle de cómo será su look nupcial.
Vestida con un look cómodo en color blanco, una gabardina sobre los hombros y grandes gafas de sol, la marquesa ha utilizado el servicio premium del aeropuerto de Madrid para esquivar a las cámaras. Y al no conseguirlo, no ha dudado en esconderse detrás de unos altos arbustos mientras una de las empleadas de Aena hablaba con el conductor del coche encargado de recogerla para que moviese el vehículo y evitar así que pudiésemos captar ninguna imagen de Tamara.
Una actitud sorprendente, ya que siempre derrocha simpatía con la prensa, pero que refleja la tensión que ha vivido en los últimos días y su discreción con el vestido de Carolina Herrera que lucirá en su boda y que hace tan solo 24 horas se probaba por primera vez.