A los españoles les cuesta cada vez más pagar por una vivienda en España ya sea de alquiler o de compra. Hace años los ciudadanos que no podía optnar a comprar un piso porque no podían ahorrar el 20% que no financian las entidades financieras a la hora de firmar una hipoteca, tenían la opción de pasarse al mercado del alquiler cuando los precios aún eran razonables.
Pero desde 2016 arrendar también se ha vuelto muy complicado para familias y jóvenes como consecuencia de las fulgurantes subidas que ha sufrido este mercado debido a la alta demanda y la escasa oferta inmobiliaria sobre todo en las grandes ciudades. La vivienda se ha convertido en uno de los grandes problemas en este país ya que supone un esfuerzo económico cada vez mayor el tener que destinar más del 40% del sueldo mensual en poder vivir bajo un techo.
EL PROBLEMA DE ALQUILAR UNA VIVIENDA
El precio de la vivienda en alquiler ha experimentado en España una subida del 36% en la última década, de acuerdo con el estudio “Variación acumulativa de la vivienda en España en 2021” elaborado por Fotocasa. Los mayores incrementos en esto últimos 10 años las han sufrido los que viven en comunidades como Baleares y la Comunidad Valenciana, con un 58% y un 52%, respectivamente. Por contra los en Castilla-La Mancha la subida ha sido de apenas el 6%.
La escasa oferta que hay de vivienda tanto pública como social en este sector ha generado una escalada en los precios que piden los propietarios por alquilar sus propiedades. Recientemente el Gobierno de Pedro Sánchez ha aprobado la primera Ley de Vivienda en España con el fin de limitar las subidas y anunciando a bombo y platillo la creación de un nuevo parque de vivienda social basado, en gran parte, en todos los inmuebles residenciales que tiene la Sareb.
La nueva norma impondrá nuevos límites a la subida del precio del alquiler en toda España, permitirá rebajar la figura de gran tenedor de vivienda de diez a cinco inmuebles en determinados casos e impedirá a estos propietarios desahuciar a inquilinos vulnerables sin un acto de conciliación o arbitraje previo.
El PROBLEMA DE COMPRAR UNA VIVIENDA
Si en el alquiler ya existía un problema por los altos precios que se están alcanzando en determinadas ciudades, en el caso de comprar un piso la dificultad no es menor. Aunque la variación ha sido algo inferior que en el alquiler durante la última década, pero se han revalorizado un 28,5% según datos publicados por el INE.
Si vemos la evolución en la gráfica, se puede observar como ha ido escalando el coste año tras año, independientemente del momento económico que estuviéramos viviendo, ya que actualmente los inmuebles a parte de un bien para vivir se han convertido en un producto de inversión para especular con el o bien para obtener una rentabilidad por encima del mercado.
A esto se suma que para convertirse en propietario es necesario tener ahorrado un 20% del coste de la vivienda más otro 10% correspondiente al pago de impuestos, total un 30% que dependiendo del lugar de España donde se viva, estaríamos hablando de 45.000 euros para una ciudad del interior de nuestro país o hasta casi 90.000 euros para capitales como Madrid o Barcelona.
LA RAZÓN DE LA DIFICULTAD: LOS SALARIOS
La razón principal de por qué a un ciudadano de clase media le cuesta cada vez más poder alquiler o comprar un piso es que los salarios han subido en mucha menor proporción que el coste de adquirir o arrendar una propiedad en los últimos diez años. Concretamente el sueldo bruto que un trabajador percibía a final de mes en 2013 era de 1.869 euros y en 2023 es de 2.038 euros según INE, dicho incremento no llega al 10%, casi 26 puntos menos que el encarecimiento del alquiler y 18 menos que el caso de la adquisición.
A esto se suma que la inflación en la última década ha aumentado un 20,8% y en loque se refiere a la cesta de la compra, solo durante el año pasado se encareció un 16,8%, provocando un empobrecimiento de las familias españolas al tener que destinar mayor parte del sueldo a las necesidades básicas como los alimentos o el poder vivir en un piso de manera digna. Solamente en 2022, el IPC subió un 5,7% por encima mientras que los sueldos únicamente se incrementaron un 2,8%.
Si tanto salarios como vivienda subieran en la misma proporción, el efecto sería neutro y el esfuerzo que tienen que hacer los ciudadanos por tener acceso a una vivienda no se vería afectado, pero desgraciadamente no ha sido así y por como evoluciona el mercado inmobiliario y las subidas de los convenios salariales no parece que esta situación vaya a cambiar en el corto plazo.