Edgar Neville, el genio que convirtió a Madrid en un decorado de cine

Hoy celebra la Comunidad de Madrid su día grande, por este motivo vamos hablar de Edgar Neville el cineasta que posiblemente mejor mostró a la ciudad de Madrid y a los madrileños, sus costumbres y sus tradiciones.

Edgar Neville nació en Madrid en 1899 a pesar de su nombre, elemento este que tomó de su padre que era de origen inglés. De familia acomodada este madrileño se dedicó a la vida alegre y el mismo siempre se reconoció como un juerguista amante de la noche y el buen comer. De su madre heredó el título de conde de Berlanga y Duero y la afición por la artes. Esa afición le hizo juntarse con la «crema de la intelectualidad» como cantaba el chotis ‘Madrid’ compuesto por Agustín Lara. Y es que esa parte de la canción estaba dedicada al grupo de amigos de Neville.

En ese grupo de amigos figuró gente cómo Jardiel Poncela, Ortega y Gasset, Lorca, entre otros. Parte de esa amistad se debió a la temprana actividad literaria de Neville, el cual compuso poesía y escribió varias novelas y pequeñas obras de teatro. Esta afición la compatibilizó con sus estudios dentro de la carrera diplomática.

AÑOS EN AMÉRICA E INICIO EN EL CINE

Esa carrera diplomática y el conocimiento de la lengua inglesa le llevó a trabajar a Estados Unidos, y claro allí, su fama de juerguista le llevó a viajar a Hollywood para vivir de lleno la ‘Belle Epoque’. Esto le hizo entrar en contacto con el ‘starsystem’ de la época. Conoció a estrellas mundiales como Mary Pickford o Charles Chaplin, con este último llegó a entablar una amistad que duró hasta el final de su vida. Como anécdota de esta relación hay que contar que Neville trabajó de figurante en una de las grandes películas de Chaplin, ‘Luces de ciudad’ rodada en 1931.

Con esta cercanía al cine Neville entró a trabajar para la Metro, lo hizo como supervisor de las versiones dobles que las grandes productoras de la época hacían dirigidas al público hispano. El trabajo no le gusto mucho y Neville regresó a España donde ya si pudo desarrollar su gran pasión, ser director de cine. Su primeras obras reconocidas fueron sendas adaptaciones teatrales, ‘El malvado Carabel’ y la ‘Señorita Trévelez’, rodadas ambas poco antes de la guerra civil.

El comienzo de la guerra civil fue contradictorio para Neville, era republicano y ateo convencido, pero al final se decantó por el bando sublevado y participó como director de varios documentales a favor de Franco durante la contienda. En 1939, una vez finalizada la guerra, Neville viajó a Italia a rodar su primera gran obra, Frente de Madrid, una cinta que es considerada el inició del «cine heroico». Ese estilo que duró hasta 1950 y que pretendía ensalzar al régimen.

La película acababa con una escena de reconciliación que fue prohibida por la censura y le costó una dura reprimenda al cineasta. Además, para el rodaje Neville fue acompañado por su amiga Concepción Carro, que iba en calidad de guionista y ayudante. Pero una vez en Roma los productores italianos quedaron deslumbrados por su belleza y pasó a ser la protagonista del film. Carro cambió su nombre por el de Conchita Montes y desde entonces fue la musa de Neville, protagonista de muchas de sus obras y sobre todo su compañera sentimental hasta la muerte del cineasta en 1967.

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Fotograma de ‘Frente de Madrid’

LA TRILOGÍA DEL CINE CASTIZO

Los cuarenta fueron la época de máximo esplendor de Neville, el madrileño llegó al culmen de su obra. En esa época rodó tres de sus obras más recordadas y características. La primera de ellas, ‘La Torre de los siete jorobados’, contenía elementos fantásticos, algo pionero para el momento, y rasgos del expresionismo alemán. Pero a pesar de la calidad de la cinta a penas tuvo éxito en la taquilla.

Ese escaso éxito no fue problema para que el madrileño repitiera la fórmula en ‘El crimen de la calle bordadores’, con la que tuvo bastantes problemas con la censura debido a su contenido policiaco. La tercera de esta trilogía fue ‘Domingo de Carnaval‘. En ella el madrileño quiso reflejar el mundo del pintor Solana y contó con la interpretación de Fernando Fernán Gómez, que actúo a ratos en la película pues al mismo tiempo estaba grabando ‘Bambú’.

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Fotograma de ‘La Torre de los siete jorobados’

LA VIDA EN UN HILO

Tras la trilogía Neville dio paso a su mejor película, «La vida en hilo» rodada en 1942 trata sobre el azar como determinación del destino humano. En ella también se ven temas como la cursilería, el provincialismo y la vulgaridad. Un film lleno de humor y esperpento en el que se muestra Madrid y a los madrileños desde el respeto y el amor que el director tenía hacia ellos.

La obra tampoco fue un éxito de taquilla pero a Neville no le importó mucho, siguió haciendo su cine intelectual y contracorriente. Un cine personal en el destacaron obras como el documental ‘El duende del flamenco’ o ‘El caballo’, esta última precursora del neorrealismo que también explotó Berlanga.

Con la llegada de los sesenta Neville dejó el cine y recuperó la actividad literaria y periodística, trabajó en televisión y comenzó a pintar. Estos últimos años de su vida se vieron marcados por una dolencia de tiroides que le hizo engordar hasta 130 kilos. La crítica le trató muy bien con posterioridad y a día de hoy está considerado como uno de los mejores directores del cine español. Neville murió el 23 de abril de 1967 y con el se fue el director que tuvo a Madrid como escenario y fondo de sus obras, la ciudad que amó y adoró.