Hay un cambio evidente en la forma de gestionar el comienzo del duelo ante la pérdida de un ser querido. Ese proceso que comienza en el tanatorio cuenta cada vez con recursos más novedosos que ayudan a procesar una situación para la que se carece de normas establecidas. Especialmente en el caso de los niños, para quienes en algunos países de Europa se dispone de trabajadores en las funerarias o los cementerios, encargados de vigilarlos, explicarles qué está pasando, jugar y hacer actividades con ellos como por ejemplo dibujos infantiles que les ayuden a expresarse.
Un modelo que, en España, ha implantado un tanatorio en torrejón de ardoz, donde disponen de la primera sala infantil en un lugar así en nuestro país. En ella los pequeños tienen una sala exclusiva con mesas, sillas, un sofá y libros, entre otros enseres pensados para que ellos estén entretenidos y ajenos a la situación de dolor y velatorio de los cuerpos que fuera de esa sala se está experimentando.
Antes de implantar estas prácticas, se ha preguntado a algunos expertos por la idoneidad o no de llevar a los niños a los tanatorios y lo cierto es que todos coinciden en que sí puede ser positivo para ellos. Hasta la fecha lo habitual es no llevar a los niños puesto que se considera que el ambiente no es el más apropiado, y las cifras indican que las familias sólo llevan a la despedida a una media del 25% de los niños y adolescentes; y esto teniendo en cuenta que en la mayor parte de los casos esto ocurre porque los propios menores insisten.
Vivir la experiencia con naturalidad
En el contexto actual se tiende a una protección que los expertos consideran excesiva, ya que esos menores que han acudido a despedirse al tanatorio afirman posteriormente que ha sido la mejor de las decisiones. No siempre ha sido así, puesto que hace años era común que los niños también estuvieran presentes e implicarles con naturalidad en un ritual que también forma parte de la vida.
Privar a los niños de la despedida es un error
Ahora se trata más como si fuera un tema tabú para los más pequeños, a quienes se les intenta evitar implicarles en la emoción y el dolor que suponen la pérdida del ser querido. Lejos de este comportamiento, lo que los expertos recomiendan es que los menores tengan la oportunidad de despedirse de sus seres queridos. Porque, al igual que para los adultos, para ellos también es una manera de comenzar el proceso de duelo de una forma lo más sana posible.
Las emociones por las que se pasa durante el duelo son diversas y cada historia es completamente distinta, sin intervenir factores como la edad o el género de la persona. Para poder ubicar bien ese proceso y el lugar que la persona deja en el corazón y el recuerdo, es esencial comenzar con buen pie el proceso de duelo desde el principio.
El proceso del duelo
El problema está en que no todas las personas cuentan con las herramientas de gestión emocional como para transmitir a los pequeños el mensaje de lo que está ocurriendo. El ambiente de duelo y tristeza que se crea en el entorno familiar, especialmente en esos primeros momentos, no ayuda. Para ello es una magnífica idea que los niños puedan estar presentes pero con entorno adaptado a su edad y su capacidad de gestión de las emociones, como por ejemplo es el hecho de contar con una sala sólo para ellos.