Un ataque de asmático se caracteriza por el estrechamiento de los bronquios, seguido de la contracción de los músculos pectorales y la inflamación de la mucosa. Las personas que padecen asma y tienen estos ataques tienen dificultades para respirar.
La solución más rápida a estas crisis es el uso de inhaladores. Este objeto introduce unas sustancias broncodilatadoras en los pulmones del asmático. Estos medicamentos actúan sobre el nervio que gobierna la actividad muscular de los bronquiolos, relajando los músculos, ventilando las vías de aire y restableciendo el ritmo respiratorio normal.
Desde la antigüedad ha sido constante el uso de sustancias inhaladas para tratar el asma, pero no fue hasta los años 50, con la fabricación de los inhaladores presurizados que este tratamiento se generalizó.