La respuesta es sí. Se suele decir que las cámaras tienden a añadir algunos kilos a quienes se ponen delante de su objetivo. Cuando esto ocurre, puede deberse a varias razones. Una de ellas es la mala iluminación: en lugares con luz deficiente, al objetivo le cuesta capturar fielmente las dimensiones de un cuerpo.
Los teleobjetivos tienen una gran longitud de foco y, usados a corta distancia, reducen la distancia entre nariz y orejas. Por su parte, el gran angular consigue lo contrario, y hace que la gente que aparece en el centro de la imagen parezca más alta y más ancha.
La raíz del problema está en que las cámaras tienen que reproducir a dos dimensiones el mundo real de tres, lo que puede crear este tipo de distorsiones.