La gastronomía de plástico parece la nueva tendencia. Que el fondo de nuestros mares y océanos están cubiertos de plásticos, no es ya un secreto para nadie, y que ese plástico poco a poco ha pasado a formar parte de nuestra alimentación, tampoco debería serlo ya que es una consecuencia lógica, si tiramos al mar enormes toneladas de plástico diariamente, es normal que encontremos plástico en el sistema digestivo de los peces con los que nos alimentamos.
Recientemente se hizo viral la noticia del cetáceo hallado muerto en la costa de A Coruña con restos de plástico en el sistema digestivo, no solo por el tamaño del animal, más de seis metros de largo y dos mil kilos de peso, sino por los resultados de la necropsia, en los que se encontraron grandes cantidades de residuos de plástico.
La causa de la muerte del cetáceo, de acuerdo lo indicado por el grupo de veterinarios encargados del caso, “la ingestión de restos de basura marina de composición plástica que no cuerpo ni digiere. Esto le ocasiono una obstrucción grave y mortal en el intestino y en el estómago que termino ocasionándole el fallo en el resto de los órganos”.
Nuestros mares y océanos se han convertido en los últimos años en grandes vertederos de basura, y gran parte de esa basura marina es plástico, que terminan consumiendo los peces que con frecuencia nos llevamos a la boca, entonces ¿Dónde está la sorpresa? Si el plástico genera la muerte de un cetáceo de esta magnitud, ¿Qué les pasa a nuestros organismos cuando consumimos plástico?
Gastronomía de plástico. La historia de los microplásticos en nuestras comidas
Numerosos estudios científicos a nivel mundial han demostrado que las especies marinas que consumimos contienen microplásticos, es decir, pequeños trozos de plástico y lo más increíble de estos descubrimientos es que los científicos han manifestado que no están claros en cómo repercute este hallazgo en nuestros organismos, pero si saben cómo disminuir su presencia.
Lo cierto es que a estas alturas no solo hablamos de microplásticos, sino de nanoplásticos, lo que sigue plástico pero en cantidades más pequeñas, y no solo hablamos de su presencia en los peces que consumimos sino en la sal que utilizamos para cocinar, e incluso en el agua del grifo y en la embotellada y esto debido a que la basura marina se convierte en moléculas de plástico que flotan en el aire, por lo que este hallazgo podría estar representando solo la punta del iceberg.
Las investigaciones han demostrado que la basura marina en un 85 % está compuesta principalmente por plástico, es decir, bolsas y paquetes, mientras que el resto de la basura corresponde a restos de redes, anzuelos y material desechado por las embarcaciones de pesca.
Estudios recientes publicados por la FAO, sobre la presencia de microplásticos en los alimentos debido a la presencia del plástico en los océanos señalaba que, el mayor porcentaje de contaminación plástica en los océanos, un 67 % exactamente proviene de los ríos que como sabemos desembocan en los mares.
Pero el estudio fue más allá y alertó, sobre la existencia de los microplásticos, y señalaba dos tipos, los primarios y los secundarios. Y aquí viene la gran sorpresa para muchos, los microplásticos primarios llegan al mar por los productos cosméticos que fluyen a través de las aguas residuales, mientras que los microplásticos secundarios llegan al mar a través de las partículas textiles.
Un grupo de científicos de una Universidad australiana, han demostrado que podríamos estar ingiriendo cerca de unos cinco gramos de plástico a la semana, pero las autoridades siguen con el discurso homologado de mantener la calma.
¿Mantener la calma? Comportamiento responsable con el ambiente
Las autoridades llaman a la calma, hasta el momento se trata de diferentes estudios científicos de Universidades respetables, pero solo eso, no existen datos precisos de cuanta cantidad de plástico ingerimos y de las consecuencias que podría estar generando en nuestro organismo, solo sabemos que esta allí y que flota e incluso puede migrar.
Se adelantan investigaciones multimillonarias en diferentes partes del mundo para buscar un sustituto para el plástico, se adelantan campañas “verdes” en las que se insta a la población a no utilizar las bolsas de plástico en el supermercado, pero al entrar nos damos cuenta inmediatamente de la doble moral el encontrar una manzana envuelta en una bandeja de plástico con mucho plástico a su alrededor.
Pero debemos ser responsables y detenernos a revisar nuestros hábitos en casa, en nuestra cocina, para empezar, ¿mantenemos realmente un comportamiento responsable y amigable con el ambiente? ¿Reciclamos nuestra basura? ¿Tenemos nuestra bolsa de tela para hacer la compra? Y que pasa cuando vamos al supermercado, ¿optamos por comprar los vegetales y las frutas que no están envueltas en grandes cantidades de plástico? Cuando compramos los cosméticos, ¿nos fijamos en los componentes? Y que pasa con la ropa, ¿somos seguidores de la fast fashion?
A estas alturas no se trata de buscar culpables, porque el daño está hecho, se trata de encontrar soluciones y pronto, porque no es la primera vez que aparece una tortuga marina envuelta en una bolsa de plástico varada en alguna playa del caribe, o que aparecen los estudios de grandes universidades alertando sobre el peligro de la presencia de microplásticos y nanoplásticos en nuestros alimentos, se trata de que el planeta que vamos a dejar a las generaciones futuras no lo podrán devolver por defectuoso.