La Semana Santa es una de las grandes festividades de la religión cristiana. Y es que la Pascual de los cristianos, celebrada prácticamente desde el inicio de la religión en gran parte del mundo, está dedicada a recordar los últimos días en la Tierra de Jesucristo, su crucifixión, y ascensión al reino de los cielos.
Un proceso en el que los millones de fieles en todo el mundo «acompañan» a Cristo en sus últimos momentos, «escenificados» a través de las diferentes procesiones e imágenes que desfilan por las calles de muchos puntos del mundo durante la Semana Santa; especialmente, entre las fechas más importantes de estas festividades, que se extienden desde el Domingo de Ramos, hasta el Lunes de Pascua.
LAS FECHAS DE LA SEMANA SANTA EN 2023
Tal y como manda la tradición, las fechas de la Semana Santa cristiana vienen determinadas por el calendario lunar; en concreto, el primer domingo posterior a la primera luna llena después del inicio de la primavera es bautizado como el Domingo de Pascua. Fecha tras la que se determinan el resto de las fechas.
Calendario lunar que marca que, en este año 2023, el Domingo de Ramos se retrase hasta el 2 de abril, postergándose por tanto la celebración del Domingo de Resurrección hasta el 9 de abril, cerrándose la Semana Santa el 10 de abril con el Lunes de Pascua.
Fechas que marcan especialmente las vacaciones y los movimientos de millones de fieles en todo el mundo, quienes no dudan en acudir a zonas especialmente simbólicas para la religión cristiana para acudir a las representaciones físicas y callejeras que se producen en relación con la Semana Santa, así como la gastronomía dedicada a estas fechas. Unas representaciones que, en muchas ocasiones, vienen de la mano de las hermandades y cofradías, encargadas de estas celebraciones.
ORÍGEN DE LAS COFRADÍAS
El nacimiento de las Hermandades y Cofradías se sitúa alrededor del siglo XV. El profesor de Historia Moderna de la Universidad de Valladolid Javier Burrieza explica a europapress.es que fueron grupos de laicos –es decir, personas no religiosas– los que se unieron con dos funciones principales: la de apoyarse mutuamente en momentos difíciles (como enfermedades y muertes) y la de experimentar la Pasión de Cristo (la Penitencia).
Fue por este deseo de «vivir el dolor de Cristo» por lo que se comenzó a salir a la calle a representar los padecimientos de Cristo durante la Pasión. Esto explica dos cosas: por un lado, que las primeras imágenes que salieron a las calles fueran de Crucificados y de Dolorosas y, por otro, que hubiera dos clases de cofrades: los de luz -como los de hoy en día- y los de sangre, que se autoflagelaban.
Así pues, las primeras manifestaciones de representaciones de la Pasión y Muerte de Cristo datan de la segunda mitad del siglo XV y del siglo XVI, viviendo su culminación en el siglo XVII. Se trata de unas fechas que coinciden en el tiempo con el Concilio de Trento (1545-1563) y la Contrarreforma, la respuesta que la Iglesia Católica dio a la Reforma Protestante de Martín Lutero en el Siglo XVI por la que se tomó la decisión exteriorizar la fe.
De este modo, aunque las procesiones de Semana Santa en España ya existían, a partir de esta fecha «tuvieron un impulso» en todo el territorio español, tal y como explica este historiador. Un impulso que cambió en el siglo XVIII, cuando el Gobierno de Carlos III prohibió las autoflagelaciones, ya que los ilustrados consideraron que estas acciones no contribuían a la «sincera piedad» que marca la Semana Santa para los cristianos.