Pero hay un hecho poco conocido que bien podría considerarse cómo el comienzo del fin de Napoleón. Se acababan de firmar los Tratados de Tilsit, después de la victoria francesa en Friedland frente al Ejército ruso. Beberían, festejarían y compartirían historias de guerra mientras participaban en una cacería de conejos.
En vez de eso, el ejército de conejos decidió arremeter contra sus cazadores y asestarles un ataque sorpresa. Las risas contenidas por ver al hombre más poderoso del mundo humillado por un grupo de conejos, pronto se tornaron en pánico y huyeron. Fue el principio del fin para Napoleón y su ejército.