Este hábito compulsivo y adictivo de mordernos las uñas se llama onicofagia, y el origen del término proviene del griego.
Los científicos atribuyen que este hábito puede estar asociado a problemas de estrés o ansiedad, a un exceso de perfeccionismo donde se recurre a este hábito para combatir la frustración, al aburrimiento, la timidez o el miedo siendo un efecto calmante para las personas que lo hacen.