Pocas figuras han sido tan importantes para el mundo de la música como Bob Dylan. El cantautor norteamericano ha sido llamado como «la voz de su generación» y consiguió un novel de literatura en 2016. Canciones como ‘Blowing in the wind’, ‘Times They Are A’ Changing’, ‘All Along The Watch Tower’ o ‘Like A Rolling Stone’ siguen siendo versionadas, o usadas en las bandas sonoras de nuevas películas. Es uno de esos pocos nombres que pueden presumir de ser parte del léxico cultural más de 60 años después de su debut.
Pero en su vejez Dylan se ha dedicado no solo a seguir componiendo y grabando temas, su disco más reciente de material original fue lanzado en el 2020, o a presentarse en vivo, con su ‘Gira interminable’ que inició en 1988 y que sigue llevándolo a nuevos destinos en la actualidad, sino también a revisar el material sobrante del estudio de cada una de sus grabaciones. El próximo viernes continuará con este proceso con el decimoséptimo episodio de su ‘Bootleg Sessions’ dedicado a su disco de 1997 ‘Time out of mid’.
El disco es un trabajo clave para entender el resurgir de Bob Dylan como artista exitoso. En él, mezcla un sonido más moderno influenciado por la presencia de Daniel Lanois, productor de U2, en los controles, y un retorno a sus temas líricos más introspectivos tras dejar de lado su larga época componiendo música cristiana. Además de remasterizaciones de los temas clásicos el nuevo lanzamiento, subtitulado ‘Fragments’ contiene cuatro discos de versiones alternas y canciones descartadas, toda una mina de oro para los fanáticos del trovador.
EL DISCO MÁS COMPLICADO DE GRABAR PARA BOB DYLAN
Uno de los motivos por lo que hay tanto material sobrante es que el trovador la paso bastante mal intentando grabar en el estudio. El estilo de Lanois, más parecido a la música electrónica y el pop rock que a los tonos de folk, blues y rock clásico del autor de ‘Blood on the tracks’ generaron que fuera complicado para ambos llegar a acuerdos sobre las canciones. Esto crea un disco con dos personalidades muy marcadas, la de un cantautor buscando recuperar sus raíces y un productor intentando arrastrarlo hacia la modernidad.
El resultado consigue, sin embargo, ser bastante potente. Dylan sabe aprovechar la nueva tecnología para hacer cosas que no se permitía antes, entre ellas su canción más larga hasta la fecha: La potente ‘Highlands’, o el uso de loops para construir tonos de blues en ‘Love Sick’. Para Lanois fue una lección en tonos orgánicos que le serviría al grabar ‘Teatro’ para Willie Nelson y ‘All That You Can’t Leave Behind’ para U2.
Es uno de esos discos donde lo complicado del proceso se puede notar en la grabación. A pesar de la calidad no deja de haber una distancia importante entre la interpretación de Bob Dylan y la del resto de la banda, posiblemente por la costumbre del cantautor de grabar casi todos sus discos como si de una presentación en vivo se tratara. Aun así el blues de vieja escuela que trabaja en buena parte del disco le sirvió para volver a las listas de éxitos y recuperar el aplauso de la crítica tras años en el exilio.
UN LEGADO YA ETERNO QUE SE EXPANDE
Más allá de lo que se pueda aprender con las nuevas canciones que el músico incluirá en esta reedición, lo cierto es que es difícil pensar en algo que pueda romper su legado. Con 81 años no parece demasiado interesado en retirarse, pero al mismo tiempo el ritmo de vida que ha mantenido por más de cinco décadas no puede ser ignorado, y es de esperar que eventualmente deba frenar un poco.
De todos modos tiene planes más allá de nuevos lanzamientos musicales. Su más reciente libro ‘La filosofía de la canción moderna’ ha sido todo un éxito en ventas, y le ha permitido volver a presentarse frente a la prensa. Ha dejado entrever la idea de seguir escribiendo y quizás incluso terminar su autobiografía. Mientras tanto está en producción una cinta sobre su vida donde será interpretado por Timothée Chalamet y que será dirigida por James Mangold director de ‘Logan’, ‘Le Mans 66’ y ‘En la cuerda floja’, el biopic de Johnny Cash.