Todo el mundo mira para otro lado con la pornografía, pero, aunque apenas se venden revistas y DVDS, el tráfico del porno, sirvan de ejemplo, webs como Pornhub, Xvideos y XXX, están entre las 20 más visitadas del mundo y su crecimiento está por encima del 5% anual desde 2013 hasta facturar en torno a 97.000 millones de dólares al año. Para que se hagan una idea, un negocio mayor que el de todas las ligas de deporte profesional de EEUU juntas, pero al que apenas ponemos cara.
El sector de la pornografía o “el porno” ha vivido de la venta de productos: primero revistas, después VHS y DVDS y finalmente suscripciones online. Pero el modelo de negocio en su transición al digital tiene un problema: en internet hay demasiado porno gratis.
A medida que el porno en internet vivía un boom (que nunca termina), los ingresos se han movido hacia el porno digital y gratuito. Se acabaron los megacontratos de actores o actrices que en esta industria a finales de los años 90 cobraban 60.000 dólares por cada película. Recogía un medio digital la semana pasada en concreto en un artículo del Confidencial que, en el porno, hoy día, se rueda a toda velocidad ya que el consumo se ha acelerado mucho y la sociedad ya no demanda un “guion o historia” en las producciones.
En su lugar, se ruedan escenas desconectadas, que van directamente a internet en abierto. Los cachés han caído tanto que a un actor porno puede salirle más rentable grabar un vídeo casero con su pareja que un día de rodaje con una gran productora, ya que a los grandes portales puede acceder cualquiera, basta con grabar una escena casera y firmar el consentimiento, ya eres actor porno.
Nadie quiere ser la cara de un negocio al que se ha acusado de abusos, violaciones, contactos no consentidos, presencia de menores, discriminación por género o explotación laboral en los últimos años. La pornografía siempre ha tenido enemigos, lo nuevo es que ahora vienen de dentro.
Es curioso que la demanda no ha dejado de crecer desde los años 70, y la industria sin embargo está cambiando de forma radical, aquellos nombres como Rocco Sifredi, Ron Jeremy, Jenna Jameson o Linda Lovelace, estrellas que superaban el tabú en torno al cine para adultos para convertirse en sus mejores embajadores. En el porno actual, el que llama la atención tiende a salir de la rueda para establecerse por su cuenta. Esto da lugar a contradicciones como que la actriz porno más buscada del mundo sea una que lleva cinco años fuera de la industria.
Además, el crecimiento de la pornografía en línea también ha llevado a la proliferación de contenido no deseado y no consensuado, como el «revenge porn» (pornografía de venganza) y el acoso sexual en línea. También preocupa cómo la exposición constante a la pornografía puede afectar la forma en que las personas perciben y experimentan el sexo, y sobre cómo puede contribuir a la formación de expectativas poco realistas sobre el sexo.
Sin embargo, también existen defensores que argumentan que la pornografía puede ser una forma segura y positiva de explorar y expresar la sexualidad, especialmente para aquellos que no tienen acceso a educación sexual adecuada o que no tienen una comunidad segura para hablar sobre sexo. A medida que la tecnología y la sociedad continúan evolucionando, es importante seguir discutiendo y evaluando los efectos de la pornografía en la sociedad.
Como decíamos la pornografía es evidente ha experimentado un gran crecimiento en la era digital debido a la disponibilidad de internet y la facilidad de acceso a contenido adulto. Además, el aumento de la aceptación social de la pornografía ha llevado a una mayor demanda de este tipo de contenido. Sin embargo, también hay críticas sobre los efectos negativos de la pornografía en la sociedad, como la distorsión de las relaciones sexuales y la sexualización excesiva.
Tampoco la pornografía es ajena a la inteligencia artificial y este desarrollo abre interrogantes sobre la adicción al porno, las relaciones humanas y el posible mal uso de esta para crear contenidos ilegales. La pornografía generada mediante inteligencia artificial ofrece a los usuarios la posibilidad de crear imágenes basadas en sus deseos.
El consumo de pornografía no fue ajeno al covid-19 y se disparó en la cuarentena. Mientras miles de trabajadores de la cultura y el espectáculo sufrían el paro económico, el porno tiro de imaginación para cambiar su modelo, exprimiendo los videos caseros y adaptando su contenido a realidad.
Páginas como Pornhub tuvieron abierto su contenido premium en todo el mundo mientras duró la cuarentena, cuando terminó el coronavirus tenía ya 9 millones de búsquedas solo en esa web. Su tráfico ha aumentado hasta el 18,5 % en todo el mundo, con su mayor pico diario en España, 61 %, e Italia, 57%. Este portal, tiene más de 10 millones de inscritos y 120 millones de visitantes diarios, los vídeos caseros subidos directamente por modelos han aumentado el 30 %.
Además, lejos de asustarse ante la crisis económica que causó el coronavirus en todo el mundo, la industria del porno supo adaptarse a los cambios y obtener un gran beneficio y se han disparado un 300 % el aumento de solicitudes para trabajar en las plataformas y se ha duplicado el número de modelos de ‘webcams’ en muy poco tiempo.
Así pues, con millones de personas en todo el mundo que estaban en casa sin salir, el consumo de porno tuvo un ascenso imparable y daba igual que durante el confinamiento no hubiera privacidad, en muchos casos rodeados de familiares, parejas o compañeros de piso, el consumo seguía aumentando. Y es curioso, pero detrás de todo esto según los psicólogos existe una gran falta de afecto.
De manera obvia, las cámaras en vivo se han convertido en el modelo de negocio por excelencia para los trabajadores del porno, pero también es una industria donde muchas personas participan sin cobrar, simplemente por diversión.
El sexo es cada día más accesible y eso supone que cada vez está más en nuestra mente, dicen los expertos, que el porno en sí no es malo ni bueno, depende del uso que le demos y de esa forma impactará en nosotros de forma positiva o negativa. La pornografía hoy día se ha convertido en un espectáculo y en un lobby, y los valores que transmite no son muy aconsejables para los más jóvenes. La clave es enseñarles que además de los cuerpos, también debemos compartir nuestro interior.