San Jaime Hilario Barbal nació en un pequeño pueblo, a los pies de las montañas de los Pirineos, hacia el norte de España, de modo que hoy estamos celebrando a un santo español de origen.
En nuestro país, por la costumbre de bautizar a los recién nacidos con el nombre de uno de los santos que se encontraban en el santoral del día de su nacimiento, tenemos a muchos Hilarios e incluso Hilarias, como también Jaimes, nombres que han sido mantenidos por las familias por causa de la tradición. Si conoces a alguno de ellos, el día de hoy debes felicitarles por su santo.
San Jaime Hilario Barbal
Originalmente nacido como Manuel Barbal Cosan, se tienen datos de que nació el día 02 de enero de 1898, en la población de Enviny, a las faldas de los Pirineos. Siempre fue reconocido por ser un individuo con un carácter serio, y tan sólo contaba con 12 años cuando les solicitó la bendición a sus padres, que eran trabajadores piadosos y valientes, para ingresar en el seminario de la diócesis de Urgel.
No obstante, muy pronto comenzó a exhibir inconvenientes con los oídos y se le aconsejó que regresara a su casa, con su familia. A pesar de ello, San Jaime Hilario Barbal tenía el convencimiento de que debía acudir a la llamada de Dios, se alegra muchísimo por la noticia de que en el año 1917, es aceptado como novicio por el Instituto de los Hermanos en Irún, que se encontraba muy cerca de la frontera francesa.
Allí permaneció por un período de dieciséis años, en los que se desempeñó en las más diversas tareas y actividades, pero sus dificultades con los oídos siguieron incrementándose, de manera que este inconveniente obligó a San Jaime Hilario Barbal atener que abandonar los estudios y dedicarse únicamente al trabajo de la huerta de la casa de formación de San José de Cambrils, que se encontraba ubicada en Tarragona.
En el mes de julio del año 1936, San Jaime Hilario Barbal, tuvo la oportunidad de ir a visitar a su familia en la población de Enviny, deteniéndose en la población de Mollerussa, justo en el momento en el que estalla la guerra civil española. Al ser reconocido como un hombre de la iglesia es detenido y llevado a prisión.
En el mes de diciembre del mismo año, las autoridades decidieron trasladarlo, junto con otros religiosos a una nave prisión en Tarragona. Fue sometido a un juicio sumario el día 15 de enero del año 1937. En dicho juicio pudo haber recuperado su libertad, simplemente declarando que se trataba de un sencillo hortelano, lo que hizo fue declarar que realmente se trataba de un hombre de Dios, un religioso y con ello, lo que hizo fue firmar su propia sentencia de muerte.
Falleció como un mártir de la Guerra Civil
Tres días después, el 18 de enero de 1937, lo condujeron hasta un cementerio que se encontraba en una colina que recibía el nombre de Monte de Oliva, para ser ajusticiado mediante fusilamiento.
Lo que se cuenta es que sus últimas palabras fueron para sus asesinos, a los que les dijo: “Amigos, morir por Cristo es vivir”. Se cuenta que trataron de fusilarlo por dos veces, y que las balas no lograban dar en el blanco, entonces los milicianos dejaron caer los fisiles al suelo y se fueron corriendo. El jefe de los milicianos, en medio de insultos inenarrables, le disparó en cinco oportunidades a San Jaime Hilario Barbal, y fue así como finalmente falleció como un mártir.
San Jaime Hilario Barbal, fue beatificado el 29 de abril del año 1990 y canonizado el 21 de noviembre del año 1999.
A pesar de que la figura de San Jaime Hilario Barbal es muy importante, el Santoral Católico que corresponde al 18 de enero tiene que ser completado con los nombres de otros santos y beatos, entre los que se encuentran Santa Priscila, San Deicolo, San Volusiano, Beato Andrés de Peschiera Grego, Beata Beatriz II de Este, Beata Cristina Ciccarelli, Beato Facio, Beata María Teresa Fasce y Beata Regina Protmann.