‘Mujeres que caminan sobre fuego’, la novela de Pilar Rodríguez-Castillos

La escritora y experta en Desarrollo Personal Femenino Pilar Rodríguez-Castillos dedica su vida desde hace más de veinte años a dar apoyo a aquellas mujeres que estén dispuestas a encontrar el verdadero significado de su vida.

En este sentido, su trabajo consiste en ayudar a las mujeres a exprimir al máximo el verdadero potencial de sus propias vidas. Siguiendo esta línea, Pilar Rodríguez-Castillos presenta su libro Mujeres Que Caminan Sobre Fuego, en una apuesta en la que el ejercicio literario está íntimamente entrelazado con el Desarrollo Personal Femenino.

¿Cómo fueron tus inicios como escritora?

«Mi padre era músico y escritor y en mi casa la palabra tenía la misión innegociable de dibujar exactamente nuestras percepciones de la realidad. Esto nos hacía poco convencionales, desde luego. Y esa rareza familiar fue el inicio de mi interés por la palabra escrita y por el desarrollo personal, aunque entonces ni me di cuenta.

Tengo una imagen nítida y sonora de mi padre tocando el Asturias de Falla en la sala, mientras yo leía, con lágrimas en los ojos, ‘El pequeño vigía Lombardo’, una de las historias que cuenta el maestro en la novela Corazón, de Edmundo De Amicis.

Era pequeña y la muerte de un niño me obligó a replantearme mi sentimiento de eternidad. Y pensé que de grande quería escribir historias que hicieran reflexiva a la gente. Aun así, pasó tiempo. Antes de llegar a la novela, escribí canciones, artículos, escribí para mi blog, miles de correos para la comunidad de mi proyecto…

La novela estuvo aparcada mucho tiempo.

La primera escena de Nadia en la cocina envenenando la merienda mientras espera a que su hija llegue de la escuela llevaba escrita algo así como diez años».

¿Qué te llevó a escribir la novela Mujeres que caminan sobre fuego y qué fue lo que te inspiró?

«Escribí esta novela en conexión con las voces de las mujeres importantes de mi vida y de mujeres increíbles que he ido conociendo a lo largo de mi trabajo con mujeres.

En 2014, creé un programa de Desarrollo Personal Femenino que se llama “Mujeres que Caminan Sobre Fuego” y que está repleto de mujeres sabias y maravillosas. El nombre del programa me vino por un taller de firewalking al que asistí en Buenos Aires hace casi 30 años y en el que, al finalizar, nos dieron un pequeño certificado que ponía: ‘Tu has caminado sobre fuego, ahora podrás hacer todo lo que te propongas en la vida’. 

Aquel diploma me conmovió más que cualquier otro que hubiera podido obtener en mi vida.

La novela fue una tentativa, durante la pandemia, de que ellas salieran del cautiverio a través de una historia llena de referencias al trabajo que se aborda en el programa y en todos mis talleres».

¿Cómo relacionarías esta novela con tu trabajo en el Desarrollo Personal Femenino?

«Hace poco descubrí que mi abuela paterna, que era obstetra, montó en su casa una especie de clínica-escuela en la que atendía a mujeres embarazadas, pobres y solteras. En su mayoría, eran criadas que habían llegado solas a la capital que tenía algo terrible en común. Por diversos motivos, familiares, económicos, culturales, estaban completamente huérfanas.

Mi abuela les ofreció educación sexual y preventiva, su amistad, su apoyo.

Atendió sus partos y cuidó de ellas. Frecuentemente lo hizo gratis. Descubrir esto me confirmó que las misiones de vida se heredan igual que los duelos no resueltos, como bien se puede ver en las Constelaciones Familiares.

Bueno, lo que mi abuela hacía era Desarrollo Personal Femenino y descubrir esto me hizo comprender por qué siempre me he sentido en la obligación de transmitir a las demás mujeres que han nacido libres. Que son perfectas. Que son maravillosas. Y, por encima de todas las cosas, que son personas que merecen el máximo respeto.

Mi novela pone el foco en los procesos vitales de un grupo de mujeres que prueban las mieles de la soledad y la orfandad más absoluta y la gestionan de maneras diferentes.

Todas reciben ayuda y palos en las ruedas, pero solo algunas están dispuestas a evolucionar y eso hace la diferencia.

Pienso que el Desarrollo Personal Femenino nunca ha sido tan imprescindible, porque hoy las mujeres están a menudo sometidas, sin darse cuenta, a su patriarca interior, un concepto excelente acuñado por la psicoterapeuta Sidra Stone».

Según tu perspectiva, ¿cuál es el camino que debe seguir una mujer para encontrar la felicidad?

«Pienso que las mujeres deben seguir el camino que ellas decidan, pero es importante que tomen en cuenta que la idea de la felicidad es una trampa. 

Siempre intento transmitir a las mujeres que si se sintieran sólidas, realizadas, libres y seguras eso les provocaría un subidón mucho más bestia que la felicidad de los cuentos de hadas. 

La idea de la felicidad distrae de lo verdaderamente clave: conocerse mejor y vivir una vida acorde a nuestra propia naturaleza. Sin más.

En las últimas décadas, muchas mujeres, en busca de la realización, se han apuntado al modelo masculino: combativo, agresivo y competitivo. 

A nosotras, encajar en este modelo nos cuesta, elegir entre vida profesional y vida personal, algo imposible de hacer sin rompernos. Las mujeres no necesitamos elegir: solo conocer y tomar el enorme poder multiplicador de nuestra propia naturaleza. 

Hay un poder superlativo en la infinita capacidad de ternura de lo femenino. Pienso que la ternura de una mujer sabia y sólida es un verdadero poder que le facilita el camino a la realización personal y profesional».

¿Es posible alcanzar el bienestar emocional al 100 %?

«Si aceptamos como bueno un mundo ruidoso, frenético y poco reflexivo, no. El bienestar no es posible si nos mantenemos fieles a eso. Necesitamos ser mucho más creativos y alejarnos de una vida superficial y unas relaciones tóxicas en las que la gente solo quiere llegar a tiempo sin saber ni a dónde ni por qué.

Las personas que decidan poner el bienestar en lo alto de sus prioridades podrán alcanzarlo y obtener recursos internos eficientes para gestionar mejor su realidad. 

Las que renuncien al pensamiento mágico alcanzarán un nivel de bienestar considerable. Muy alto, muy disfrutable.

Aquellas que decidan revisar y tomar las riendas de su diálogo interno, conseguirán algo muy cercano al bienestar pleno y conseguirán vivir muy bien. Y las que asuman que, de vez en cuando, les sucederán cosas que romperán el equilibrio y estén dispuestas a no intentar huir de la realidad vivirán una vida excelente la mayor parte del tiempo.

Al final, vivir consiste justo en esa construcción y reconstrucción madura y consciente del equilibrio interno, ¿no?».  

Cada persona es un mundo, pero ¿cómo ayuda este libro a cada mujer en su proceso de crecimiento personal? ¿Qué pueden encontrar las lectoras en él? ¿Por qué recomendarías al público leer la novela?

«Según los comentarios de muchas lectoras y lectores, parece ser que es imposible que no te sientas fuertemente identificada con algunos de los personajes o incluso con más de uno. No voy a negar que es algo que buscaba, pero ese tipo de cosas no se confirman hasta que el lector lo hace suyo.

Puede que unas se conformen con el relato “madre envenena la merienda” y lo que pasa después.

Otras con una sensibilidad más exigente puede que descubran que el veneno de la merienda es más que veneno y que no se queda en las primeras escenas.

Las que tomen el desafío de profundizar algo más, seguramente seguirán el rastro del veneno propagándose a lo largo de toda la historia y esas tendrán la oportunidad de descubrir una dimensión diferente de la novela.

Porque esta es una novela con muchas capas y muchos secretos.

Ni más ni menos que las personas».

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