¿Cuánto tiempo es saludable que un joven juegue a videojuegos? Esa es una pregunta cuya respuesta, como pasa siempre, puede variar en función de a quién se la formules. En ocasiones, incluso, la contestación puede ser una u otra tratándose de la misma persona o, como sucede en este caso, del mismo país.
Algo así es lo que pasa con China. El gigante asiático no ha sido el primero en ver con cierta desconfianza esta forma de entretenimiento, las polémicas han rodeado al ocio electrónico desde prácticamente el momento de su nacimiento. Pero el caso de China es distinto, claro, al de por ejemplo Estados Unidos. La censura tiene una presencia mucho mayor en el país liderado por el presidente Xi Jinping de la que se da en el mundo occidental, por así decirlo.
Guerra china a los videojuegos
Hace ya más de un año, China decidió que los videojuegos no eran algo positivo para la juventud, ni mucho menos. También hay que tener presente, no obstante, que muchas veces pueden confundirse los títulos y plataformas de juego más tradicionales con todo el fenómeno que generan hoy los lanzamientos para móviles. Y que además tienen un tirón enorme en toda Asia, y sobre todo en China. Pero el caso es que al gobierno del país comunista no le tembló el pulso a la hora de dictaminar que los jóvenes solo podrían jugar durante tres horas a la semana, y dentro de un periodo determinado.
¿Qué motivos alegaba China para limitar de manera tan considerable la posibilidad de jugar a videojuegos de los chavales? Como siempre suele suceder en estos casos, las respuestas son relativamente ambiguas, pero apuntan a adicciones, malos comportamientos y una supuesta apología de la violencia. No es la primera vez que se escuchan cosas así, si bien el carácter paternalista del gobierno chino hace que sus decisiones resulten más contundentes que en otros lugares del planeta.
De hecho, las autoridades de la superpotencia decidieron que los videojuegos eran, según sus propias palabras, un “opio espiritual” para la gente. Signifique lo que signifique eso. También señalaron lo nefastos que eran a la hora de reducir la productividad en labores de trabajo. Pero quizá lo más curioso del asunto pase por la prohibición del gobierno chino de personajes “afeminados” en los videojuegos, que a su juicio creaban una mala influencia entre la población, y sobre todo entre los “vulnerables” menores de edad.
Las contradicciones de la censura
Así las cosas, China ha vuelto ahora a la carga, con un informe muy positivo, según su forma de entender las cosas. Según el gobierno, el 75 por ciento de los jóvenes chinos han cumplido con sus directrices (llamémoslas así) y han reducido el consumo de videojuegos. O lo que viene a ser lo mismo, que se ha ganado una batalla contra la adicción a los videojuegos que, siempre desde la subjetividad de los mandamases, generaba el ocio electrónico. La satisfacción para ellos no puede ser mayor.
Pese a esta situación, China también ha reconocido, por medio del periódico afín al gobierno China Daily, que los videojuegos pueden ser muy útiles más allá del mero entretenimiento, y que estudiarán la manera de sacar beneficios de ellos. Eso sin contar que en los últimos meses China ha dado su aprobación para el lanzamiento de diferentes videojuegos. Decisiones que pueden entenderse como una contradicción, y tal vez lo sean, pero que siguen a pie juntillas los pilares del gobierno chino: intervencionismo en la forma de vivir de la gente e importancia máxima de la economía. Visto así, la cosa sí parece tener sentido.