Por mucho que en ocasiones se aproveche de tópicos o no sea del agrado de todos, el cine de terror sigue teniendo una poderosa base de seguidores detrás. Y eso es algo que Netflix sabe perfectamente. De vez en cuando es habitual encontrar entre sus lanzamientos propuestas de este género que obtienen resultados muy dispares entre sus usuarios y los supuestos expertos. Al fin y al cabo, uno de los principales retos a los que se suelen enfrentar los films de miedo es precisamente ese: ser capaces de innovar en la medida de lo posible.
¿Cuántas veces uno no ha sentido acercándose al género del horror que aquello que estaba presenciando delante de la pantalla ya lo había visto con anterioridad? Hay ocasiones, no obstante, que algunos estrenos no son capaces de sorprender por su originalidad, sino por su respeto hacia el género del que forman parte.
Este es el caso de El abismo del infierno, uno de los últimos proyectos de Netflix que tiene como intención helar la sangre de su público. Vaya por delante que no hablamos de una cinta capaz de reinventar nada, ni siquiera de asombrar a los expertos en la materia. Pero de lo que no hay duda es de su amor por las películas clásicas, sobre todo las de las décadas de los setenta y ochenta. El abismo del infierno tiene un indudable toque retro escondido detrás de su estética oscura y su tono severo.
Un demonio dentro de Netflix
La propuesta argumental de El abismo del infierno resulta perfectamente válida para lo que el director polaco Bartosz M. Kowalski pretenden contar. Después de un prólogo que en cierta medida puede recordar a la española El día de la bestia (dudamos que exista influencia alguna del bueno de Alex de la Iglesia, pero las similitudes existen), la historia comienza con la llegada de un policía de incógnito a una vieja abadía oculta en mitad de ninguna parte. Y si por ninguna parte entendemos en la zona más rural de Polonia, el escenario no puede dejar de ser de lo más escalofriante por sí solo.
El protagonista de la cinta Marek (Piotr Zurawski), tiene que investigar distintos sucesos rodeados de misterio que parecen señalar a una estricta orden religiosa y a los estoicos monjes que la forman. Pero como suele suceder en estos casos, lo que espera al agente de la ley parece peor de lo que podría haber imaginado en un primer momento.
No entraremos en detalles, para no desvelar nada a quienes aún no hayan visto El abismo del infierno de Netflix, pero sí conviene hacer hincapié en sus muchas referencias a títulos clásicos. Por ejemplo, no hacen falta más de unos minutos de metraje para que la producción parezca encantada de homenajear a la que sin duda es una de las mejores películas de miedo de todos los tiempos: El exorcista. No es la primera ni será la última en hacerlo, claro está, puesto que este clásico creó prácticamente un subgénero por sí mismo.
Pero El abismo del infierno no es una película de poseídos y exorcismos, o al menos no solo eso. Algunas correrías nocturnas incluso pueden recordar a la ochentera El nombre de la rosa, sobre todo porque en ambas el viejo monasterio o la abadía parece un personaje más de la obra. En ese sentido, Bartosz M. Kowalski logra crear una atmósfera realmente incómoda e inquietante de principio a fin.
Por otro lado, a pesar de que El abismo del infierno no puede considerarse cine de autor como tal, coquetea con esta moda, apostando por un ritmo pausado y algunas imágenes poderosas. Eso por no hablar de un final que, no sabemos si será del agrado de todos, pero que sin duda invita a la reflexión.
Tal vez no sea la película de terror del año, pero al menos Netflix ha demostrado su cariño por el miedo clásico. Y eso, aunque sea de vez en cuando, es digno de agradecer.