Recientemente el Gobierno presentó los Presupuestos Generales del Estado. Se da la circunstancia de que cada año el Ejecutivo de turno los califican como los más sociales de la historia. Y es que el electorado, bien por convicción o por los continuos mensajes de los políticos que acaban calando, creen que a más estado habrá mejores servicios públicos y de calidad. ¿Es realmente así o hay que dar la razón a la rama liberal? La discusión entre liberales y socialdemócratas es continua y para ello siempre hay estudios y datos que puede avalar una u otra tesis.
Lo que interesa, aunque hay ejemplos fuera con los que comparar y ver si más estado equivale a mejores servicios públicos, es el caso español. Pues se dio a conocer un dato muy revelador: el Estado en España controla un 30% más de la economía que hace 20 años. Sin embargo, no parece que se vea reflejado en esa mejor cuantitativa y cualitativa.
En el año 2002 el Estado controlaba menos del 40% de la economía, pero este año va a alcanzar o superar el 50%. Recordemos que el país con más presencia del estado en la economía es Francia, con casi un 60%. Muchos argumentarán que los servicios públicos y la calidad de vida de los galos no están nada mal, pero hay mucho más bajo el agua que en iceberg que se ve en superficie. Pero veamos el caso español.
LA PANDEMIA COMO ACELERADOR
Sin duda la pandemia ha hecho que el gasto público se disparara, algo que incluso los más acérrimos liberales apoyan, sabiendo las circunstancias excepcionales. Sin embargo, esos mismos temen que al final haya sido una excusa para mantener un gasto y endeudamiento excesivo que acabaremos pagando más pronto que tarde.
Desde la perspectiva liberal, las cuentas son sencillas: en 20 años el peso del Estado español ha subido 10 puntos, pero eso no se ha reflejado en la riqueza media del ciudadano, ya que en 2002 el PIB per cápita era de 25.026 y el año pasado estábamos en 26.238. Es decir, no solo apenas ha subido, sino que si tenemos en cuenta la inflación de estos años, incluso si no contáramos la disparada en los últimos meses, el resultado es que somos más pobres.
MÁS DINERO EN LA ‘CAJA’ POR LOS PRESUPUESTOS PERO NO MEJORES SERVICIOS PÚBLICOS
Pero quizá es que todo ello repercute no en nuestro bolsillo directo, sino en mejores servicios públicos, más aún cuando el Gobierno ha recaudado, precisamente por la inflación y la recaudación mucho mayor del IVA, un extra de más de 20.000 millones de euros. ¿A dónde ha ido ese extra si al final no se ha empleado, por ejemplo, en deflactar el IRPF? ¿A mejores infraestructuras, hospitales o escuelas, o quizá para pagar la creciente deuda, que ya supera el 130% del PIB? Parece más bien lo segundo, como se puede ver en el porcentaje de gasto de los PGE para cada partida.
Entonces, si no somos más ricos y no tenemos mejores servicios, ¿de qué sirve una mayor presencia del Estado y una mayor influencia en la economía nacional? Lo cierto es que desde 2002 apenas hemos avanzado, en una especie de «japonización», aunque por otros motivos, y lo que es peor, sin la casi nula tasa de paro nipona y con una economía de gran valor añadido. Otros argumentarán que Japón tiene un 230% de deuda sobre el PIB, pero mayoritariamente es privada y no pública, justo lo contrario que en España y la mayoría de países del entorno.
ESPAÑA COMO REFERENTE DE MEJORES SERVICIOS O BLUFF
Es indudable que España y Europa, aún, son referentes en cuanto al llamado estado de bienestar. Sin embargo, esto puede haber tocado techo y que llegue el principio del fin, cuando curiosamente más se invierte en servicios públicos, convirtiéndonos no en beneficiarios de dicho estado sino en meros receptores de subvenciones, lo que implica paradójicamente un fracaso de modelo, aunque una bendición para las tesis intervencionistas, que ve como el ciudadano cada vez depende más del estado.
Al menos ese gasto creciente ¿va en parte y como siempre se dice a sanidad, carreteras o educación? Lo cierto es que, como hemos visto, los servicios de 2022 no son mucho mejores que en 2002 o han empeorado, mientras la carga fiscal y gasto público aumenta sin parar. Todos los informes nacionales e internacionales han ido bajando la calidad española en educación pública, universitaria, en sanidad e incluso en nuestra joya de la corona: las infraestructuras. Lo único que ha ido mejorando han sido las pensiones, ese factor tan entredicho ahora, calificado por muchos como un ‘sistema Ponzi’ y que matemáticamente es insostenible a medio-largo plazo.