La imagen es cuando menos chocante, la Mona Lisa cubierta por una tarta arrojada como si se tratara de un payaso. Pero lo que no se podía imaginar es que las imágenes de grandes obras manchadas de comida serían comunes, con Van Gogh, Monet y Goya entre las siguientes víctimas. Pero el hecho es que estos actos no se hicieron porque sí, la mayoría son dirigidos por ‘Just Stop Oil’ una organización de activistas dedicada a pedir que se dejen de dar licencias para la explotación petrolera.
Si bien Europa presume de estar en proceso de transformación energética su dependencia a los combustibles fósiles es más que evidente. De hecho es un problema que va más allá de la crisis climática, la dependencia del petróleo y el gas ha debilitado el efecto de las sanciones a Rusia tras su invación a Ucrania y ha causado que se intenten trazar puentes diplomáticos con dictaduras como Venezuela e Irán.
LA DESTRUCCIÓN DEL ARTE COMO PROTESTA Y COMO ARTE
Lo cierto es que la idea de destruir obras de arte tampoco es una nueva forma de protesta. Desde Banksy triturando públicamente una de sus obras como reclamo porque fuera vendida por un preció exorbitante, pasando por Marcel Duchamps pintando un bigote a una estampa de la Mona Lisa la destrucción del arte muchas veces ha sido vista como una creación artística en sí misma. Es la lógica del movimiento Dada en la pintura y del punk en la música.
Tampoco es que siempre sea lógica. Aun si es difícil entender el arte moderno ataques a obras como ‘Quien le teme al rojo, azul y amarillo’ de Barnett Newman, obra que fue vandalizada porque ‘No representa nada’ están al borde del fascismo. Pero las nuevas protestas de ‘Just Stop Oil’ si tienen algo que decir, como el caso de Banksy y Duchamps, y además de momento no han destruido nada.
Además, no se han quedado en piezas de arte. El grupo también ha apuntado contra tiendas de vehiculos de alta gama, como Aston Martin, Ferrari y BMW, los que señalan como simbolos de status que queman más combustible del necesario para funcionar.
Si bien el momento puede ser chocante los activistas solo han elegido piezas protegidas detrás de un vidrio. Su forma de protestar ha preservado las obras y ha generado el ruido que esperaban en las redes y en los medios, con artículos en contra o a favor. Directamente, piezas como está que estás leyendo. Son acciones que en ocasiones han opacado su mensaje, después de todo un grado y medio de temperatura puede ser apocalíptico, pero en la cabeza de quien vea el momento puede olvidarse del objetivo.
UNA PROTESTA DE LA GENERACIÓN Z
El otro punto que hay que tener en cuenta es que quienes encabezan este movimiento son, en su mayoría, miembros de la generación Z. Jóvenes de entre 18 y 25 años que son la generación que peor planeta y peor situación económica se han conseguido al llegar a esa edad en los últimos 100 años. Dos recesiones antes de los 30 años, en muchos casos antes de la mayoría de edad, el colapso de la democracia en occidente, una crisis climática que parece estar al final de la lista de prioridades de los gobiernos y el regreso de una posibilidad real de guerra nuclear son lo que se consiguen estos jóvenes con su entrada a la adultez.
De allí que estén tan dispuestos a incendiar todo lo que vino antes, desde modelos económicos, recordemos que son la generación que ha hackeado a Uber y a Gamestop, hasta el arte que aprecian sus mayores. Es complicado que un chico que no ha vivido más que crisis, y que se plantea un escenario catastrófico por el cambio climático, no este dispuesto a esperar a que se le presenten soluciones que hasta ahora no se han aplicado.
Es un radicalismo que ya vimos en casos como el de Greta Thumberg, y sus protestas apoyadas por jóvenes en edad de colegio. Es cierto que empieza a organizarse en formas más tradicionales, como el alto movimiento de los votantes jóvenes en la elección del congreso estadounidense que le dio al partido Demócrata el mejor resultado en unas elecciones de medio periodo para un presidente en funciones desde Reagan.
Es cierto que las protestas de Just Stop Oil en los museos son especialmente radicales, quizás demasiado. Pero lo cierto es que muestran la disposición de la nueva generación a romper con lo que pasó antes por un cambio de verdad. Después de todo los Girasoles de Van Gogh están bien, y quizás nosotros no.