San Huberto fue un hombre que sintió que había sido llamado a seguir el camino de la fe cuando fue visitado por un venado, y pudo intuir de esa visita que debía dejar la vida de privilegios que llevaba y dedicarse a la oración y la adoración de Dios.
De acuerdo con la información que suministra el Instituto Nacional de Estadística, en España tan sólo hay 77 caballeros que han sido bautizados con el nombre de Humberto, así que su eres de los afortunados que conoce a alguno de ellos, que no se te vaya a olvidar darle la correspondiente felicitación por su onomástico el día de hoy.
San Huberto
Nacido como Huberto de Lieja, probablemente el Tolosa de Languedoc, Francia, alrededor del año 657, fue el hijo mayor de Bertrán, duque de Aquitania y de Afre, que fue hermana de Santa Oda, quienes eran una familia noble merovingia. Se mudó a la ciudad de Metz, en la cual contrajo matrimonio en el año 682 con Floribana, quien a su vez era hija de Dagoberto, conde de Lovaina, lo que hizo que el matrimonio fuera muy conveniente para ambas familias.
Huberto de Lieja y Floribana tuvieron un hijo, al que pusieron por nombre Floriberto, y tal como su padre, Floriberto llegó a ser Obispo de la ciudad de Lieja. Por desgracia, Floribana falleció al dar a luz a su hijo, así que San Huberto, ahora viudo, se retirara a las zonas boscosas de las Árdenas, entregándose a su actividad favorita, que era la cacería.
San Huberto es el patrón de los cazadores y según se cuenta en las tradiciones, su familia era muy rica, de modo que podía permitirse el lujo que representaba en aquel tiempo ir de cacería con mucha frecuencia, lo que se consideraba un entretenimiento para los ricos.
Un Viernes Santo, mientras San Huberto se encontraba practicando este pasatiempo, entró al bosque en busca de un venado, pero San Huberto se topó con un ciervo en cuya cornamenta se encontraba la forma de una cruz y se cuenta que escuchó una advertencia que fue la siguiente: “Huberto, si no vuelves al Señor y llevas una vida santa, irás al infierno».
Ante esas palabras, San Huberto cayó de rodillas al suelo y juró que haría lo que le fuera pedido. Entonces se dice que fue el propio ciervo quien le dijo «Ve y busca a Lamberto, que te dirá lo que tienes que hacer».
En ese momento, San Huberto decidió que cumpliría la orden que le había sido dada, abandonando todas sus posesiones y bienes terrenales, así como sus títulos de nobleza, a los cuales renunció en beneficio de su hermano Eudo, para tomar el camino que lo haría encontrarse con el Obispo Lamberto y convertirse en su aprendiz espiritual.
Las consecuencias de la muerte de Lamberto
Lamentablemente, Lamberto fue asesinado el año 708 y esa fue la causa de que San Huberto fuera nombrado Obispo de la ciudad que actualmente es conocida como Maastricht, labor que desempeño concienzudamente, hasta que falleció en la ciudad de Tervuren, Bélgica, el año 727.
San Huberto no sólo es el santo patrón de los cazadores, sino también el santo protector contra el mal de rabia. También es el santo patrón de los matemáticos, los trabajadores metalúrgicos y los optometristas.
A pesar de la importancia de San Huberto, el Santoral Católico del 03 de noviembre tiene que completarse con los nombres de otros hombres y mujeres santos que son honrados en este mismo día, entre cuyos nombres están:
San Domnino de Vienne, San Ermengol de Urgel, San Gaudioso de Tarazona, San Guenael de Landevenec, San Huberto cazador, Santa Ida de Fieschingen, San Juanicio de Antidio, San Libertino de Agrigento, San Martín de Porres, Santa Odrada de Alem, San Pápulo de Lauragais, San Pedro Francisco Nerón, San Pirmino de Reichenau, Santa Silvia de Sicilia, Santa Wenefrida, Beata Alpaide de Cudot, Beato Berardo de los marsos, Beato Simón Balachi y Beato Simón Ballachi.