San Bartolomé de Bregantia nació en la ciudad italiana de Vincenza, que se ubica en la zona de Vincenzo y llegó al cargo de obispo, y es uno de los santos más destacados del Santoral Católico del día de hoy, que además, nos brinda una nueva oportunidad para felicitar a todos los caballeros que en España han sido bautizados con el nombre de Bartolomé, que son muchísimos, así que no se te puede olvidar darles su merecida felicitación.
San Bartolomé de Bregantia
Además de compartir el nombre de San Bartolomé Apóstol, San Bartolomé de Bregantia fue integrante de la Orden de Predicadores, que es una institución religiosa que está integrada por monjes que son considerados dominicos, que fue fundada en el siglo XIII por el la obra de Santo Domingo de Guzmán.
San Bartolomé de Bregantia nació aproximadamente alrededor del año 1200, siendo un miembro de la familia noble de los condes de Braganza, de modo que su formación estuvo acorde con la nobleza de su origen. Tuvo la oportunidad de estudiar en la ciudad de Padua y la suerte de haber conocido siendo joven al propio Santo Domingo de Guzmán, quien acababa de fundar un capítulo de su Orden en Vincenza.
Cuando cumplió los 20 años de edad, San Bartolomé de Bregantia se impuso por decisión propia vestir el hábito dominico, que le fue regalado por el mismo Santo Domingo de Guzmán, y con mucho estudio y ahínco logró ordenarse como sacerdote y desde el inicio le fueron encargadas distintas misiones muy importantes de manera sucesiva.
Otro aspecto en el que se destacó San Bartolomé de Bregantia fue en la predicación, porque solía ser muy certero y muy hábil en sus argumentos, saliendo con victoria de cualquier disertación mantenida en contra de los herejes y por esa razón inicialmente se le asignó la función de impartir las Sagradas Escrituras, pero al saber sobre su inteligencia se comenzó a encargarle la realización de varias misiones que lo llevaron a visitar distintos sitios.
Siendo un monje relativamente joven, en el año 1233 San Bartolomé de Bregantia estaba predicando por Bolonia junto al padre Juan de Vincenza y se animaron a fundar una orden militar de los ‘Frates Gaudentes’, con la finalidad de resguardar el orden público y la paz, que pudo extenderse por muchas ciudades de Italia, y estuvo en servicio hasta entrado el siglo XVIII.
La falta de Obispos
Llegó un momento en el que en el Cercano Oriente hacían falta con urgencia Obispos que fueran santos y piadosos, por causa de los abusos cometidos por los cruzados, y entonces San Bartolomé de Bregantia fue nombrado Obispo de Chipre, oportunidad que provechó para llegarse hasta palestina y visitar a San Luís de Francia.
Años más tarde el propio rey de Inglaterra, Enrique III le envió una invitación, para que lo visitara en Aquitania, donde estaba de visita también, y San Bartolomé de Bregantia aceptó la invitación, estableciendo una buena relación, que llevó al santo a acompañar al rey en si visita a París, reuniéndose nuevamente con el rey Luís, quien le regaló como recuerdo una espina que pertenecía a la corona de Cristo.
Esto le sirvió a San Bartolomé de Bregantia como la excusa perfecta para que en la propia Vincenza se construyera una iglesia en la que sería resguardada, a la que le fue impuesto el nombre de Iglesia De la Santa Corona, para venerar la sagrada reliquia.
En el año 1256, el papa Alejandro IV ordenó que San Bartolomé de Bregantia fuera trasladado a la sede de Vincenza, su población natal, pero de inmediato tuvo inconvenientes con el cruel jefe de los gibelinos, Ezzelino da Romano, siendo obligado temporalmente a abandonar su diócesis.
Su retorno triunfal
Cuando pudo regresar, San Bartolomé de Bregantia hizo todo lo posible por reconstruir las iglesias que los gibelinos habían destruido y trabajó denodadamente para que se restableciera la paz en todas las ciudades que conformaban el Véneto. Cuatro antes de morir, San Bartolomé de Bregantia no sólo pudo asistir al segundo traslado de las reliquias de Santo Domingo de Guzmán, sino que también tuvo el honor de hacer el panegírico.
Gracias al trabajo de San Bartolomé de Bregantia fue posible que en los tiempos en que aún vivía se fundara la Milicia de Jesucristo que se impuso como misión la defensa de la fe cristiana. Falleció el 27 de octubre de 1270 en su natal Vincenza, donde inmediatamente se comenzó un culto a su alrededor, que fue confirmado en el año 1793 por Roma.
El 27 de octubre no solamente recordamos a San Bartolomé de Bregantia, sino que el Santoral Católico nos recuerda a otros hombres y mujeres que también tuvieron un papel destacado para la fe, entre los cuales se encuentran:
San Frumencio de Etiopía, San Namancio de Arvernia, San Oterano de Iona, San Trásea de Esmirna, San Vicente de Talavera, Santa Cristeta de Talavera, Santa Sabina de Talavera, Beata María de la Encarnación Rosal y San Gaudioso de Nápoles.