Hoy en día resulta difícil encontrar videojuegos que realmente sorprendan. La inversión cada vez mayor que suponen la mayoría de títulos, indies aparte, provoca que los riesgos que corren muchos de los desarrolladores sea mínima, apostando por propuestas tan trilladas como los mundos abiertos o las experiencias multijugador. Sí además son proyectos que tienen como fin ofrecer servicios de pago, mejor que mejor para sus responsables. En el fondo, son negocios tan lícitos como cualquier otro, pero cuyo desproporcionado crecimiento ha hecho arquear la ceja a más de un jugador veterano.
En este escenario, resulta comprensible que muchos recibiesen como agua de mayo una aventura tan distinta, original y, en cierta medida arriesgada, como A Plague Tale: Innocence, el juego puesto a la venta por los franceses Asobo Studio el pasado año 2019.
En realidad, no podía decirse que el lanzamiento fuese realmente revolucionario en su propuesta, una aventura en tercera persona con elementos de sigilo y puzles, sino por su propio carácter: la narrativa era precisa y encajaba perfectamente con la historia, los protagonistas escapaban de los típicos clichés tan repetidos dentro del ocio electrónico, y la ambientación era sublime. Por primera vez nos encontrábamos con una fiel recreación de la Edad Media que parecía una lección de historia (en el buen sentido, no en el aburrido), sin recurrir a la convencional imaginería tolkieniana. Pero quizá lo más sorprendente de aquel título fuese su sólido apartado técnico, algo poco habitual en la mayoría de videojuegos que no llevan el simbólico sello de “Triple A” a sus espaldas.
Con todas estas virtudes tan poco habituales, no es de extrañar que A Plague Tale: Innocence se convirtiera en un juego de culto prácticamente en el momento de salir al mercado. Pero curiosamente, también logró alcanzar una popularidad suficiente como para permitir lo que hoy nos concierne: la llegada de una secuela.
A Plague Tale: Requiem, el rastro de las ratas
En líneas generales, el nuevo A Plague Tale Requiem podría definirse diciendo que es un “más y mejor” de la obra original, aunque conviene matizarlo. La propuesta, para todos aquellos que ya disfrutaran de la primera parte, es muy similar, destacando su fantástico ritmo y la forma inteligente en la que los niveles se han vuelto a diseñar. Estos presentan escenarios más amplios, pero lo justo para que la medida exploración (sigue siendo bastante lineal, lo cual no es necesariamente malo) no interrumpa el desarrollo, creado con precisión de cirujano.
También las mecánicas, a la hora de poder superar los momentos de habilidad y la acción del título, se han visto aumentadas, pudiendo elegir distintas maneras de enfrentar los retos que el juego propone. Incluso es posible manejar a las ratas, de nuevo la plaga que da razón de ser a la saga, con los poderes de Hugo.
Pero si algo realmente destaca en A Plague Tale Requiem es su sobresaliente apartado audiovisual. A nivel gráfico el grado de detalle de los escenarios, así como su ambientación, llamará la atención incluso a los más exigentes. Es sorprendente que un lanzamiento muy alejado de los grandes presupuestos de otros juegos les supere ampliamente, con su oscura y angustiosa atmósfera. Vale, es cierto que no es tan “abierto” como otras aventuras, pero no es exagerado decir que estamos ante uno de los videojuegos con mejores gráficos de los últimos años. Así de claro. A lo que también hay que sumar una banda sonora memorable.
Quizá, por poner un pero, haya que recurrir a uno inevitable en estos casos: A Plague Tale: Requiem sorprende menos que Innocence, al repetir en cierta manera su fórmula original. Pero aún así se trata de una secuela absolutamente recomendable para cualquier apasionado de los videojuegos, sobre todo aquellos que busquen aventuras como las de antes, capaces de ir un paso más allá del entretenimiento efímero y permanecer en la memoria.