- Mantienen el ADN del primer Barra Alta que los llevó a convertirse en un referente de la cocina de producto en Barcelona, y lo adaptan al público de Madrid y sus diferentes formas de consumo.
- El restaurante, situado en la calle Lagasca 19, en pleno barrio de Salamanca, cuenta con dos ambientes: uno más distendido en barra y mesas altas, y otro de sala con un estilo también informal pero más clásico.
- Se trata de un “sota, caballo y rey”: una propuesta que nunca defrauda, cuyo pilar principal es la elaboración de platos con la mejor materia prima, con una sensibilidad especial para disfrazar de sencillo lo excepcional.
Tras el éxito alcanzado en Barcelona, donde abrió sus puertas en 2018 –convirtiéndose en un referente de buen producto y apareciendo en la Guía Michelin España y Portugal 2021 y 2022–, Barra Alta repite fórmula en Madrid, adaptándose a los gustos y costumbres de su nueva ubicación, el barrio de Salamanca. Su chef y propietario, Daniel Roca, un enamorado de la cocina tradicional, de esas que evolucionan sin perder su identidad, basa su propuesta en elaboraciones sencillas, realizadas con una materia prima insuperable gracias a proveedores que conoce bien: el salmón ahumado con humo natural de piñas piñoneras del Maresme, de su gran amigo Carlos Piernas (Carpier), o las ostras de Thierry, de Huitres Poget de Normandía, de lo mejor del mercado.
Confían siempre en Joselito para sus cortes de bellota y, en el caso de los huevos, Cobardes y Gallinas, animales criados en auténtica libertad. «Trabajar con proveedores que son como de la familia nos facilita el trabajo en la cocina, y eso nos hace marcar la diferencia», dice el chef, quien asegura sentirse orgulloso de su política de precios, ya que considera ser una de las mejores propuestas en relación calidad-precio de la zona.
Amor por el buen producto
La andadura puede comenzar con unas ostras encevichadas, escabechadas o al natural –sorprende la calidad del producto–. Si se sigue con las tapas frías, merecen una mención especial su tartar de bogavante y vieira, aguacate y kimchi sobre tostada crujiente de maíz o su ensaladilla de bogavante estilo rusa trabajada al momento. Entre sus tapas calientes, destacan las croquetas de carne rustida y foié Rougié, o su minibrioche de calamares con mayonesa de ajo escalivado, un guiño al bocata de calamares.
Como platos principales, resaltan la caldereta de bogavante (de Premium Shellfish) con trompetas de la muerte y colmenillas, y el gallo de costa estilo thai: una fritura con salsas asiáticas, albahaca, menta y coco, que se sirve en su espina crujiente y que, por supuesto, también se come. La pluma Joselito, servida poco hecha, con chimichurri, patatas y pimientos.
Postres caseros para una experiencia única
Otro de los rasgos que define la apuesta de Barra Alta en Madrid son los postres caseros y su amplia bodega. El momento dulce se caracteriza, siguiendo la misma línea que el resto de la carta, por sugerencias de apariencia clásica que se convierten en sorpresa cuando llegan a la mesa. Por ejemplo, su chocolatada con aceite y sal, imprescindible para los amantes del buen chocolate, o el melón osmotizado con vermut, queso crema y menta, un postre ligero y fresco para acabar la comida sin excesos, pero nunca sin un bocado dulce. Aunque, sin duda, el postre estrella es la cremosísima tarta de queso, elaborada con cuatro tipos diferentes de quesos, que la llenan de matices y untuosidad.
Su jefa de sala y sumiller, la madrileña Cristina Fernández, está al mando de la bodega. Es una apasionada de los vinos y eso se nota en una carta tan cuidada y equilibrada que cuenta con más de 70 referencias.
Menú degustación: ¿Madrid o Barcelona?
Los menús degustación representan el puente aéreo entre la ciudad condal y la capital. Obviamente son dos: Madrid y Barcelona. El primero ha sido creado pensando en los madrileños, acostumbrados a compartir los primeros y a disfrutar de un plato principal. Consta de cuatro entrantes a compartir, un plato principal individual y un postre a escoger. Para quienes prefieran compartir desde el primer hasta el último bocado, el menú Barcelona es el ideal. Esta segunda opción está compuesta por siete pases más un postre. Los dos menús son, definitivamente, una forma perfecta de conocer el restaurante en la primera visita.
El interior de Barra Alta es claramente otro de sus puntos fuertes. Por un lado, cuenta con una decoración elegante, acogedora y muy cuidada, y por el otro, resulta también cómoda, divertida e informal. Nada más entrar se encuentra la barra, dispuesta para comer o picar, con una zona de mesas altas de mármol, con un aire más casual, pensada para un servicio más desenfadado, para picar o tomar algo e incluso comer. Los tonos azules y grises ayudan a crear un ambiente distendido, que se mantiene al pasar a la sala, con mesas, sillas y sillones que aportan un aire colonial e invitan a comer a gusto y sin prisa en un servicio pausado, apartado del ambiente de la zona de vermuteo.
Los dos espacios encuentran el punto de unión en la cocina, honesta y sin pretensiones, donde se trabaja con muy buen producto, perfectamente ejecutado y con precios competitivos. Con Barra Alta, llega al barrio de Salamanca un “sota, caballo y rey”, un restaurante donde los amantes del buen producto pueden disfrutar sin morir en el intento.