Es cierto que el turismo, tras retomar la normalidad debido a la pandemia, recuperó casi el terreno perdido y hemos asistido a un nivel de ocupación igual o superior en muchas zonas al de antes de 2020. Había muchas ganas de disfrutar por fin sin restricciones, pero no todo ha sido todo oro lo que ha relucido. Con la inflación los españoles y muchos extranjeros han gastado menos o mucho menos. Sí, se han llenado hoteles, playas, chiringuitos… pero se ha buscado lo más barato en los últimos casos, y menos noches en el primero. ¿También tiene la culpa Sánchez de eso? Veremos como si ponemos la lupa en los datos más pormenorizados, se cumple lo del dicho.
Afortunadamente para unos y desgraciadamente para otros, somos una potencia mundial del turismo, siempre en el ‘top 3’ de países más visitados, gracias a nuestro clima, costas, playas, paisajes, gastronomía y oferta monumental, histórica y cultural. Somos el país perfecto para descansar. Pero el problema es que supone casi un 15% de nuestro Producto Interior Bruto.
Con la pandemia, el turismo cayó drásticamente, hasta 6,9 puntos, para volver a la normalidad este verano, pero ya inmersos en otra ‘tormenta perfecta’ de inflación, deuda, casi segura recesión y posible estanflación. España es un país que entre siempre en crisis más tarde, es cierto, pero permanece más en ella, y tarda más en recuperarse de la misma. De hecho, somos el único país de la OCDE que aún no ha recuperado el nivel pre pandemia. Es ahí donde se reclama al Gobierno de Sánchez la responsabilidad, y más aún si repercute en un activo tan vital para nuestro país como el turismo, a falta de tener, como pasa en Alemania o incluso Italia, otras «muletas» como la industria.
LOS FRÍOS NÚMEROS QUE PERJUDICAN A SÁNCHEZ
La temporada turística en España ha cerrado con una recuperación del 90% del sector respecto a 2019 (última temporada pre pandemia), pero ha resultado ser muy desigual en función del destino turístico, como primer matiz. Ibiza y Canarias, por ejemplo, cierran una temporada excepcional. Canarias, por ejemplo, ha recibido más de 6 millones de turistas e Ibiza vuelve a suponer el 100% de su PIB. Pero en el otro extremo están Teruel y el País Vasco, donde el sector sólo genera el 6,4% del PIB.
«volvemos a estar en una situación de emergencia turística y sostenible»
Estas conclusiones, expuestas en el IV Foro de Innovación, Turismo y Desarrollo Sostenible celebrado en Ibiza, dejan de manifiesto la vuelta del turismo de sol y playa, lejos de las previsiones del sector durante la crisis sanitaria: «Volvemos a estar en una situación de emergencia turística y sostenible«, advierte Luigi Cabrini, Presidente de Consejo Global de Turismo Sostenible GSTC. De hecho, este 2022 y la recuperación turística de España vuelve a poner de manifiesto los riesgos del turismo de sol y playa que ha vuelto a predominar este verano.
OTRO MODELO DE TURISMO
Los expertos advierten de la necesidad de cambiar el modelo turístico de España, para hacerlo más sostenible, integrado con la población local y evitando así dos de las mayores amenazas actuales: la ‘turismofobia’ creciente por los sobrecostes y el alto coste de vida que supone para los ciudadanos de la zona y el impacto medioambiental generado.
De hecho, Goyo Zurro, director de Turismo y Hostelería del Gobierno Vasco, ha ido más allá y ha abogado por abandonar los destinos turísticos y apostar por «las comunidades turísticas». En la misma línea, Laura Castro, directora Insular de Turismo del Cabildo de Tenerife, ha instado por un modelo más digital y sostenible que evite caer en la ‘turismofobia’: «Canarias recibe 6 millones de turistas en un espacio que está protegido al 47%. Es imprescindible cambiar al modelo y vincularse a la ciudadanía que lo habita», ha asegurado.
UNA DEPENDENCIA EXCESIVA
Pero el problema más de fondo y de cara el futuro es la imperiosa necesidad de cambiar el modelo productivo español. No significa dejar de ser potencia turística, ya que dicho cambio no repercutiría en nada al turismo, si no más bien fortalecerlo con mayor calidad y por tanto más ingresos. Es una de las eternas asignaturas pendientes que el Gobierno no puede o quiere atajar, inmerso en un proceso sin fin de generación de deuda, gasto público e incertidumbre. Esto provoca una inseguridad y por tanto una cada vez menor inversión extranjera.
Con la continuada inflación, no hace sino retrasar todo ello, provocando un parón económico y entrando en el callejón sin salida de que ya subir o bajar impuestos y tipos de interés es igual de contraproducente. Todo ello retrasan esas reformas, si es que el Gobierno de Sánchez y los que vengan quieren o pueden afrontar. El turismo es una de ellas, con un clamor de los actores implicados por superar lo que llaman modelos turísticos en España totalmente contrapuestos.