Europa comienza a entrar en pánico por el miedo a un gran apagón durante este invierno como consecuencia de la falta de energía. Británicos, alemanes y franceses empiezan a tomar medidas para coger provisiones de cara a que haya un desabastecimiento de energía o simplemente que los ciudadanos no puedan pagarla.
Es más; esta psicosis ha provocado que aumente la venta de madera y ropa de abrigo como puntales para combatir el frío. A su vez, las autoridades han recomendado a los ciudadanos que se hagan con mantas, velas y linternas y se preparen para la temporada invernal.
La guerra entre Rusia y Ucrania dificulta un invierno energético más duro de lo normal
En octubre pasado, el Gobierno austríaco detalló que un escenario de 15 días sin ningún tipo de energía eléctrica era una posibilidad real. Por ello, lanzó una campaña de concienciación para que toda la población supiera cómo prepararse y actuar si finalmente llega ese momento.
Pero nadie tenía tan en claro que fuera cierta la concreción de la guerra que se desató el 24 de febrero en el continente. A ya 8 meses del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, la dependencia de los países europeos al suministro energético de Moscú ha multiplicado un escenario a oscuras.
Lo vimos por ejemplo con avisos como el de por parte del gigante gasista ruso Gazprom, de cortar las entregas de gas ruso a Europa a través del gasoducto Nord Stream 1 vuelve a la pesadilla de los cortes y falta de suministro.
Un escenario a oscuras
Porque, obviamente, Rusia se mantiene en el foco. El motivo es porque el país gobernado por Putin es uno de los mayores exportadores de gas al Viejo Continente y la reducción de los suministros pone en serias dificultades el objetivo de la UE de llenar los lugares de almacenamiento para el invierno.
Es más; según advierte el equipo de estrategia crediticia global de Algebris, «las notables mejoras en el almacenamiento de gas y la disminución de la demanda de gas pueden no ser suficientes para compensar las necesidades de consumo de Europa en los próximos meses de invierno».
Cómo cambiado los suministros de gas desde el inicio de la crisis energética
Los tres Estados más dependientes del gas ruso son Hungría, Letonia y Eslovaquia, que en 2020 superaron el 80% de compras de gas a Rusia sobre el total de importaciones de este recurso, según la IEA. Rusia continúa suministrando a Hungría, ha reanudado el flujo a Letonia tras un breve corte, y ha reducido las exportaciones a Eslovaquia.
Estos tres países se encuentran entre los ocho Estados miembros de la UE que todavía no han alcanzado el 80% de reservas de gas marcado por la Comisión Europea, según la asociación que representa a los operadores de infraestructuras de gas en Europa, Gas Infrastructure Europe.
Por otro lado, los Estados de la Unión Europea que más cantidad de gas procedente de Rusia importaron en febrero y marzo eran, de mayor a menor comprador, Alemania, Italia y Polonia, según los datos del Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA) de Helsinki.
Por todo esto, los Estados miembros hace semanas que se están preparando. También España. A pesar de que energéticamente el Estado no depende tanto de Rusia, las tensiones que pueda haber en otros países se traducen en una presión sobre los precios, que ya se han multiplicado por cinco el último año. «Necesitamos consolidar proveedores variados, pensar en un consumo más inteligente y en tener reservas por si necesitamos contribuir en otros países de la Unión Europea», destacó Ribera.
Es así que, a medida que los precios del gas natural se disparan, los de la electricidad han reflejado esas ganancias. La energía de carga base alemana, el precio de referencia de la electricidad en Europa, cotiza más de un 1.400% por encima de su promedio entre 2010 y 2020.
El miedo también llega a un desabastecimiento de la comida
Por otro lado, la guerra en Ucrania que comenzó el pasado 24 de febrero con la invasión de las tropas rusas ha desencadenado la inflación, que ha provocado la subida de los precios de algunos productos como el cereal o el aceite, que también ha generado miedo entre la población por el posible desabastecimiento de cara al invierno.
Desde el Gobierno, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, descartó en las últimas semanas este temor, ya que confirma que el abastecimiento de alimentos está asegurado en nuestro país al igual que en el resto de la Unión Europea. Sin embargo, sí reconoce que la guerra ha creado una situación económica «extraordinaria» y que desemboca en una presión de costes «real».
El encarecimiento de las materias primas dan la señal de alerta
Hace solo un par de años, este tipo de alertas habrían sido calificadas de ‘exageradas’ o de ‘alarmistas’. Sin embargo, es este encarecimiento de las materias primas a nivel global es lo que han hecho que la amenaza de que una grave crisis de suministros pudiese llegar a materializarse parezca cada vez más creíble.
De hecho, si echamos la vista hasta hace unos pocos meses atrás, el aceite de girasol, procedente en su mayoría de Ucrania, fue el primero en resentirse. Días después comenzó en España una huelga de transportistas por los elevados precios de los combustibles que se alargó 20 días.
los problemas de suministro se dispararon. Carne, pescado, frutas, verduras, lácteos, arroz y harina escaseaban en los estantes. Ahora, el incremento generalizado de costes está empujando a ganaderos, agricultores y fabricantes a un punto de no retorno que podría dejar de nuevo a los consumidores sin los básicos de la compra, que se suman, obviamente, a los miedos de la luz o la calefacción para este invierno.