El problema de la natalidad en España puede desatar una crisis sin precedentes

Se está hablando mucho del futuro de las pensiones, de la precariedad laboral, de los jóvenes ‘ninis’, de la insostenibilidad…, en definitiva, del sistema. Es el eterno debate entre los que defienden postulados liberales o socialdemócratas, aunque para muchos la línea es fina o se difumina. Se culpa sobre todo a la deuda, y es cierto, pero los expertos avisan de el que quizá sea el principal problema para el futuro los países más desarrollados que cuentan con un estado de bienestar amplio, es decir, la mayor parte de Europa. Ese problema es la natalidad.

Lo llaman crash poblacional y puede ser o será de mucha mayor magnitud que cualquier crash económico. Y es que tanto en España con en Europa llevamos décadas con tasas de natalidad muy por debajo o por debajo de la de sustitución, que se sitúa en 2,1 hijos por mujer. Y otro dato preocupante: desde 2016 los fallecimientos superan a los nacimientos.

Pero, aunque no sirva de consuelo, no es algo común a Occidente, sino a lo que parece la dialéctica habitual de a más poder adquisitivo, menos natalidad, a pesar de que se podría pensar lo contrario. Otro ejemplo es China, que tras eliminar su política obligatoria de un solo hijo, se han topado con la paradoja de que, ahora que los chinos son libres de tener los hijos que quieran, no los tienen. Piensan más como un occidental: ahora tienen dinero, trabajan ambos o quiere disfrutar de la vida. Al final todo se repite, da igual la cultura.

ESPAÑA, OTRA VEZ LÍDER EN LO NEGATIVO

Si ya las tasas de natalidad son preocupantemente bajas en Europa como media, en España son ya dramáticas. Sólo Japón tiene una tasa de natalidad más baja que la nuestra en todo el mundo. De seguir la tendencia, de los 47 millones de habitantes que tiene España, se pasaría a 30 millones en 2100. Y un país envejecido y decreciente en población no es interesante para invertir, y la bola de nieve se va haciendo más grande hasta llevar al país a mayor pobreza para la población y para el Estado, que por tanto no podría mantener el grado de bienestar del que gozan democracias europeas como la nuestra. Un crash sin freno del que no parece haber solución.

Además, los poderes políticos y públicos viven del cortoplacismo, y como apuntan muchos economistas y analistas, incluso reconociendo el problema, nadie pondrá verdaderas soluciones, ya que costarían una hecatombe electoral. Cada uno busca mejorar o mantener su poder adquisitivo y ayudas, lógicamente, y más con lo que se contribuye fiscalmente, y no está dispuesto a sacrificar nada, no por insolidaridad, sino porque consideran que es simple mala gestión de los gobiernos, excesivo gasto público o despilfarro. Liberales y socialdemócratas darán diferentes puntos de vista, arrimando el ascua a su sardina pero obviando en muchos casos que el problema va más allá de teorías económicas y gestión política. Son matemáticas puras y duras.

¿MAL DE MUCHOS…?

Como decíamos, España y Europa encabezan la preocupación pero no son los únicos con este problema. Lo tiene en general todo el mundo desarrollado e incluso en vías de desarrollo, como luego veremos, todos los países con mayor nivel de vida, sean o no democracias. Implica un problema socio-económico. Italia es otro país con una tasa de natalidad similar a la española, algo que la reciente ganadora de las elecciones, Giorgia Meloni, intentará paliar con ayudas a la maternidad. Pero la historia reciente nos está demostrando que ni las políticas más incentivas como las chinas pueden dar la vuelta al problema poblacional.

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Y si vemos el mapa europeo, ningún país se libra de este futuro crash poblacional, ni siquiera países que por religión y tradición cultural tenían unas tasas altas de natalidad, como puede ser el caso de Polonia o Turquía. Como vemos al menos son las únicas naciones que se acercan a la barrera del 2%, aunque como vimos sigue siendo insuficiente para llegar a la tasa de reemplazo.

¿QUÉ IMPLICA ESTA BAJÍSIMA NATALIDAD PARA EL FUTURO?

Ese futuro idílico donde da igual la población que haya porque todo estará tecnificado y no haría falta ni trabajar, es irreal, al menos en los próximos siglos. El crash poblacional podría marcar el futuro del planeta o al menos de los países implicados más que cualquier crisis económica o energética, que son siempre las que copan los titulares.

Sin personas jóvenes y con mayoría de mayores, no solo la economía tenderá a empobrecerse sino que será utópico mantener estos estándares actuales de estado del bienestar. No hay más que ver ejemplos a pequeña escala en pueblos o barrios envejecidos: se despueblan, desaparece la iniciativa empresarial, la inversión, con ello el trabajo y con ello llega el éxodo de los pocos jóvenes que quedaban. Es la «España vaciada» frente al dinamismo de un barrio joven. Extrapolemos todo ello a un país o a un continente como Europa.

Baja Natalidad

LA ‘REGLA DEL 85’

Ilustrémonos con el caso de una persona que ahora tiene menos de 50 años. Cuanto más joven, será mejor testigo de cómo en tres o cuatro décadas ocurrirá por primera vez en la historia de la Humanidad una caída sistemática (no provocada por guerras, hambrunas o pandemias) de la población, debido al colapso de la fertilidad.

¿Y qué indica la ‘regla del 85’? Es la esperanza de vida de media de los países más avanzados. Pues bien, esta regla sobreestima la población en el largo plazo, olvidándonos de la tasa mínima de reemplazo de 2,1 hijos por mujer; en cambio subestima por el mismo motivo cuando dicha tasa es mayor. Con el panorama de países con la natalidad más baja, como España, Japón, Italia o Corea del Sur, hablamos de una caída demográfica de más de hasta el 70%.

Es la realidad matemática, sin prejuicios ideológicos o soluciones basadas en incentivos políticos o económicos. Parece que no hay nada que pueda pararlo. El foco está puesto en la parte baja de la tabla de la natalidad, pero países que ahora serían los campeones de la natalidad o al menos se mantienen, como India, Caribe, Latinoamérica, el proceso será el mismo, porque de hecho en la mayoría ya no llegan a la tasa de reemplazo o van camino de ello.

La excepción es África, que como parece ocurre siempre, dependerá de su crecimiento y estilo de vida. Lo que es cierto globalmente, es que la población mundial alcanzará su pico entre 2050 y 2060, para caer a partir de ahí, al margen de los numerosos países como España que ya llevarán años con un problema enorme. Veremos si una probable caída mayor de mortalidad, programas eficaces de los gobiernos que animen a su población a procrear y los flujos de emigración compensatorios, lo evitan.