Hoy recordamos a San Bruno de Colonia. Como es costumbre en el Santoral Católico, cada día del año recordamos a varios santos y beatos de los más de 10.000 que existen, y entre los onomásticos de hoy se destaca a San Bruno de Colonia, un hombre que abandonó la vida citadina para dedicarse a una vida contemplativa y eremita, logrando fundar dos Órdenes religiosas en el camino que se trazó, siguiendo los valores de Cristo.
Según la información suministrada por el Instituto Nacional de Estadística de España, hoy son alrededor de 23.000 los caballeros que celebran su onomástico por haber sido bautizados con el nombre de Bruno, y alguna dama puede haber también que haya sido bautizada con el nombre de Bruna, por ello, si tienes entre tus conocidos a alguno de ellos, que no se te vaya a olvidar felicitarles el día de hoy.
San Bruno de Colonia
San Bruno fue un presbítero que se dedicó a enseñar las ciencias eclesiásticas en la Galia, lo que hoy se conoce como Francia. No obstante, su verdadero interés era poder tener una vida en solitario, para lo cual se tuvo que trasladar a los Alpes, en donde logró fundar una orden que mezclaba la soledad de los eremitas con las actividades de la vida en común que tenían los cenobitas.
Fue confesor, gran autor eclesiástico y fundó la Orden de la Cartuja, San Bruno nació en Germania, lo que hoy es Alemania, en el año 1030, murió en el año 1101, durante el mes de octubre. En su juventud decidió abandonar Colonia para llegar hasta Reims, una localidad francesa, en la que tuvo oportunidad de estudiar y destacarse como excelente alumno de Teología, especializándose en las Sagradas Escrituras. Tan sólo un año después, San Bruno se convirtió en el Director de la Escuela de la Catedral de Reims, siendo al mismo tiempo el canónigo y el canciller secretario de esa archidiócesis.
Teniendo un futuro muy brillante frente a sí, San Bruno de Colonia se decidió por irse de Reims, para poder buscar un lugar solitario que le permitiera llevar la vida de un eremita, haciendo su primer intento en Molesmes, pero allí no soportó mucho, así que emprendió camino hacia Grenoble, ya que había sido atraído por la fama de santidad que tenía el Obispo Hugo, encaminándose a visitarlo con siete de sus seguidores, que fueron los primeros siete monjes cartujos, y fueron recibidos por el Obispo Hugo de manera paternal.
Informado de las intenciones de San Bruno de Colonia y sus compañeros, el Obispo Hugo les conduce hacia un sitio solitario que quedaba en las montañas de Chartreuse, que es el lugar en donde por fin San Bruno de Colonia puede empezar a tener la clase de vida eremita que tanto deseaba, junto a los hermanos monjes que le acompañaron, fundando la Sagrada Orden Eremítica de la Cartuja.
Vida de San Bruno de Colonia
Luego de haber llevado media vida en Chartreuse, San Bruno de Colonia fue llamado en el año 1090 por un antiguo alumno suyo de Reims, quien ahora era el Papa Urbano II, con la finalidad de que lo ayude en una tarea tan importante como la Reforma Gregoriana, que ya había sido impulsada por papas previos. No había transcurrido un año completo desde que San Bruno de Colonia llegó a Roma, cuando le dijo al papa Urbano II que no lograba adaptarse al estilo de vida de la ciudad y que deseaba regresar a su vida anterior.
Urbano II lo entendió, pero le pidió que o se fuera de Italia, entonces en vez de regresar a La Cartuja, San Bruno de Colonia hizo retiro hacia la zona de Calabria, en la que vivió los últimos años de vida que tuvo, logrando fundar una segunda Orden, la de Santa María della Torre.
A pesar de la importancia de San Bruno de Colonia, el 06 de octubre también es el onomástico de otros santos y beatos, entre los que se encuentran San Adalberón de Würzburg, San Artaldo de Arvières, Santa Fe de Agen, San Francisco Tran Van Trung, San Juan Xenos, San Magno de Venecia, Santa María Francisca de las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, San Pardulfo de Guéret, San Renato de Sorrento, San Román de Auxerre, San Ságar de Laodicea, San Ywio,, Beato Francisco Hunot, Beato Isidoro de San José de Loor, Beata María Rosa Durocher.