- Con las manos y acompañado todo de pan, esa es la base de la cocina que se encuentra en las calles del Líbano y que trae Rasif.
- Mezzes fríos y calientes y delicias en formato bocadillo con mucho sabor y mucho color.
“Acera” es el significado en árabe de “Rasif”, una palabra que define a la perfección el concepto que sus propietarios, nacidos en Beirut (Líbano), buscaban para su local: cocina libanesa de calle, cocina callejera de verdad. Trasladados a Madrid por proyectos laborales, se dieron cuenta de cuánto echaban de menos la cocina que se servía en las calles de su país. Tras una búsqueda exhaustiva, y sin éxito, de algún local en el que viajar a través del paladar a su ciudad de origen, comenzaron a pensar en la posibilidad de crear un lugar informal que ofreciera el sabor de la mejor comida callejera del Líbano. Así es como surge Rasif, un restaurante urbano enfocado únicamente al disfrute de la gastronomía del Líbano.
En el Líbano, todas las comidas incluyen pan y se comen con las manos. El desayuno se basa en el manakeesh (una especie de pizza libanesa que se dobla como un sándwich) y, tanto en la comida como en la cena, los mezzes fríos y calientes, así como los platos más contundentes de la cocina más tradicional y casera se acompañan de pan libanés, un pan plano que sirve las veces de cuchara y tenedor.
Comer con las manos
Si bien no toda la comida libanesa se basa en bocadillos, dentro de la comida callejera, los entrepanes son especialmente comunes y cuentan con una amplia variedad de opciones para todos los públicos, incluyendo alternativas veganas y vegetarianas. De hecho, muchos de esos sándwiches no son otra cosa que la adaptación de los platos típicos del país en versión bocadillo. En esa búsqueda de lograr la auténtica cocina libanesa, el menú de Rasif ha sido desarrollado por un chef local que ha venido exclusivamente del Líbano para su preparación.
“Aunque algunos de los platos tienen un toque moderno, como el shish taouk especial, la moussaka y el sándwich de portobello, queríamos asegurarnos de recrear el sabor del hogar en nuestra carta”, explican desde el restaurante añadiendo: “Nuestra cocina ofrece la posibilidad de que veganos, vegetarianos y amantes de la carne puedan disfrutar de todo el sabor de Oriente Medio a través de nuestras elaboraciones”.
Los bocadillos como protagonistas
Entre los entrantes se encuentran los mezzes fríos, como el hummus, la muhammara (crema de pimientos asados) o el labneh (crema de yogur con sumac y zaatar), los mezzes calientes como el sambousik de carne o de queso (las empanadillas tradicionales de Oriente), y dos tipos de ensaladas, la de col y la fatush.
Los bocadillos son la estrella de la carta. Servidos en pan libanés o en baguette tostada, se dividen en su menú en bocadillos de pollo, ternera, pescado o vegetales, ingredientes que se marina con especial cuidado en especias traídas directamente desde el Líbano para lograr el sabor y la textura perfecta. Sin lugar a dudas, el shawarma de pollo o ternera, el kebab, el de chipirones, el de moussaka, falafel y el de portobelo son algunos de los más demandados.
El apartado dulce también es elemental, pues los postres son una parte fundamental de la cultura gastronómica del Líbano. “Entre nuestros dulces está el tradicional sfouf (un pastel libanés de cúrcuma) y la típica lazy cake (una tarta de chocolate con galleta y cubierto con azúcar glacé), pero nuestro postre más especial es el knefe, nuestra versión del clásico pastel de queso libanés consistente en una pasta kataifi frita y crujiente rellena de queso y cubierta con pistachos y almíbar”.