La piscina de gas de metano que se ha detectado en el mar Báltico ha encendido las alarmas, no solo por las consecuencias económicas que acarrea tras las cuatro fugas en los gasoductos Nord Stream 1 y 2, sino que tendrá fuertes represalias a nivel medioambiental, siendo el principal perjudicado el efecto invernadero. Múltiples autoridades han puesto sobre la mesa la posibilidad de que se trate de un sabotaje por parte del Kremlin, que lleva meses sumergido en una guerra abierta contra la Unión Europa siendo el principal punto de disputa el gas.
En lo referente al ecosistema, los expertos en la materia están recopilando los daños y tratando de descifrar el deterioro que producirá tanto en la atmósfera, como en el océano. El principal motivo de preocupación es que el metano es uno de los gases que más contribuyen al efecto invernadero, por lo que los científicos están acelerando las investigaciones para saber la gravedad del asunto. Las cuatro fugas que se han producido en las diferentes tuberías contenían altas cantidades de gas a presión, pese a que llevan meses paradas tras las medidas aplicadas por Putin de no suministrar este bien esencial a territorio europeo.
El primero en alzar la voz ha sido Alemania, que se encuentra en el punto de mira de Rusia desde hace meses. La agencia Federal de Medio Ambiente ha asegurado que las fugas de gas provocarán emisiones dañinas equivalentes a 7,5 millones de toneladas de CO2, basándose en las estimaciones que los científicos han sido capaces de recopilar, por lo que los daños podrían aumentar considerablemente. Por otro lado, Andrew Baxter, el director de estrategia energética en el Environmental Defense Fund, ha realizado unas cábalas en la que revela que puede acabar un total de 9,6 millones de toneladas de CO2 en la atmósfera, lo que significa «el mismo impacto climático que las emisiones anuales de 2 millones de coches de gasolina o 2,5 centrales eléctricas de carbón».
En ocasiones anteriores ha habido casos de problemas técnicos en plataformas petroleras o de gas, utilizando dichos ejemplos como punto de partida de los agravios que producirá el metano en el medio ambiente. De hecho, en la mayoría de casos donde un vertido tóxico ha llegado al mar, las especies que vivían en esos puntos han sufrido consecuencias graves en su organismo, debido a que están acostumbrados a cantidades ínfimas de metano que liberan los propios organismos que viven en las profundidades del océano. Esto quiere decir, que si sufren un cambio radical en la cantidad de metano que tienen en el ecosistema atentará contra la supervivencia de la diversidad marina.
Al mismo tiempo, todas las esperanzas están puestas en los propios microorganismos tras las diversas explosiones de las tuberías de Nord Stream 1 y 2. Esto se debe a que, estos propios microbios juegan un papel fundamental para procesar y absorber el metano, consiguiendo y evitando que el metano se disuelva en el agua pasando a formar parte de su propia estructura molecular. Esto sería muy beneficioso para la atmósfera y para frenar el efecto invernadero, ya que si son capaces de eliminar los residuos de este gas evitaremos que los mismos pasen a la atmósfera, reduciendo los daños de manera significativa.
Desafortunadamente, no hay nada seguro en este caso y todo dependerá de los avances que realicen los científicos y las autoridades costeras para tratar de eliminar y retirar el metano de la superficie marina. Los gobiernos de Suecia y Noruega se han puesto manos a la obra para frenar los daños a corto y largo plazo que podrían ser significativos, dado que una tonelada de metano calienta lo mismo o más que 25 toneladas de CO2 durante los próximos cien años. Por el momento, no ha tenido represalias directas en la atmósfera, aunque, podemos sacar en claro, que esta guerra abierta de Rusia contra el mundo por el control tendrá consecuencias graves en la economía mundial y en el ecosistema de nuestro planeta.