Pocas cosas nos gustan más a los humanos que ver bailar las llamas en una hoguera. Tiene algo de hipnótico, además de lo placentero que resulta sentir el calor del fuego cuando fuera hace frío. Algunos aseguran que es algo que llevamos en la sangre desde tiempos prehistóricos, y que está relacionado con la sensación de seguridad de encontrarnos con el resto de la tribu alrededor del fuego, protegidos de los depredadores. La cuestión es que nos encanta sentarnos delante de una chimenea y dejar que nuestra mente se relaje observando las llamas y sintiendo ese agradable crepitar de la leña, mientras tomamos una taza de café o de chocolate caliente.
4CASA CANEDO, EN LEÓN

Fue la casa de los abuelos del propietario, así que sus paredes guardan historias de vida desde hace más de 100 años. Es una vivienda con gran valor sentimental, lo que se transmite en el cuidado de los detalles que se ofrecen a las visitas. Los elementos vintage se mezclan con las comodidades más actuales, lo que promete una estancia de lo más acogedora, con una chimenea encendida para disfrutar de una buena charla y un vino de la región.