Se suele decir que el fútbol es pasión y, por qué no decirlo, también división de opiniones. Vamos, que nunca llueve a gusto de todos. Acostumbra a suceder en los propios clubes y, más aún, cuando se trata de la selección nacional de fútbol. Incluso los entrenadores más laureados de la época reciente de España, como fueron Luis Aragonés y Vicente Del Bosque, fueron criticados en su momento. Pero la pregunta que muchos aficionados se hacen, a dos meses escasos del comienzo del Mundial es, ¿en qué estado se encuentra la selección de Luis Enrique?
Aunque las dudas ya venían de antes, como suele ser habitual, ha sido tras el último descalabro del equipo contra Suiza cuando se han acrecentado. Un rival a priori inferior y que, más allá de su poderío físico, no pasa por su mejor momento futbolístico, pero que aún así fue capaz de imponerse a España sin pasar apuros y siendo letal en dos saques de esquina. ¿Accidente aislado o una nueva demostración de flaqueza?
Hasta ahora, muchos expertos criticaban la fragilidad del grupo entrenado por Luis Enrique a la hora de perder balones en la medular, y su incapacidad para frenar los contragolpes rivales, así como su poca eficacia goleadora. ¿Hay que sumarle a esto también la debilidad a balón parado? Todo parece sugerir que sí, visto lo visto.
La realidad es que no es la primera vez que se habla de los problemas defensivos de España, así como de su falta de jerarquía. Está fuera de toda duda que Luis Enrique ha apostado por un grupo joven, pero eso puede ser un arma de doble filo. Por un lado, se les presupone ambición a los jugadores, pero por el otro también falta de experiencia, o de carácter en según qué circunstancias de los encuentros. A lo que también hay que sumar la ausencia de jugadores en forma e importantes para sus equipos, como el veterano Iago Aspas, el madridista Nacho o el bético Canales, cuyo olvido por parte del seleccionador parece incomprensible para algunos.
Pero más allá de las polémicas, cada vez queda menos tiempo para pulir los puntos negativos del equipo, y mucho menos para realizar un golpe de timón radical que, a juzgar por la trayectoria tanto de Luis Enrique como del propio Rubiales, parece imposible (y probablemente poco recomendable) a estas alturas, con la gran cita del fútbol mundial a la vuelta de la esquina.
Luis Enrique, el primer crítico
Es natural que, tras una derrota como la que España sufrió contra Suiza, todas las miradas apunten al entrenador. Luis Enrique, en este sentido, no tuvo reparos en reconocer que el choque fue “de lo peor de mi etapa de seleccionador”, haciendo referencia a las numerosas imprecisiones de los jugadores.
Una vez más, el abultadísimo dominio de la pelota por parte de España no solo no fue sinónimo de victoria, sino tampoco de sensación de peligro para la meta rival. De hecho, las estadísticas tampoco parecen estar del lado de Luis Enrique.
Ahora España se jugará el todo por el todo en Portugal contra la selección lusa, por el futuro de la Nations League, una competición que no parece atraer especialmente a los aficionados. Pero lo importante está a la vuelta de la esquina. El atípico Mundial de Qatar se aproxima, y el proyecto del seleccionador parece más en tela de juicio que nunca, con un juego que no termina de convencer ni de generar los resultados esperados.
Seguramente habrá que esperar a mañana en Braga para comprobar si lo de Suiza en La Romareda fue un traspiés puntual o, por el contrario, la cosa es más preocupante. Sin duda un partido decisivo en un momento en el que, como suele pasar, el presente parece ser definitivo de cara a afrontar el futuro. Es importante que una selección que no termina de encajar con muchos aficionados vuelva a despertar el interés de la gente o, de lo contrario, se viajaría a Qatar con malas sensaciones. Luis Enrique tiene que saber, dada su experiencia, que de falta de ilusión también se muere.