La imagen de sete santo es bastante venerada porque anualmente se la atribuye la realización de por lo menos tres milagros y porque la reliquia que se guarda de él se vuelve líquida en ciertos días específicos del año. En cuanto a la información que ha suministrado el Instituto Nacional de Estadística español, en nuestro país hay más de 800 caballeros que han sido bautizados con el nombre de Jenaro, probablemente debido a la tradición de bautizar a los bebes con el nombre del santo que pertenece al Santoral Católico del día de su nacimiento, aunque es algo que ya ha caído en desuso. No obstante es probable que el onomástico de ese Jenaro que conoces coincida con su cumpleaños, de modo que no vayas a dejar de felicitarlo.
San Jenaro de Nápoles
San Jenaro de Nápoles es reconocido por la cristiandad y por el Vaticano como el santo que desde hace siglos logra un milagro específico que, de manera general, tiene lugar todos los años, que se relaciona con la reliquia que se guarda de él y es que su sangre se vuelve líquida en presencia de aquellos testigos que acuden a observar esta curiosidad. Desde hace mucho tiempo, se ha cuestionado la veracidad sobre lo que se cuenta de San Jenaro de Nápoles, porque no hay registros con relación al culto a este santo, previos al 431, pero desde ese año existen registros de su reconocimiento como santo, y así lo expresan los relatos de un sacerdote de nombre Uranio. Otra pista de la vida de este santo se encuentra en los frescos que fueron pintados durante el siglo V en la llamada ‘Catacumba de San Jenaro’, que se encuentra en Nápoles, donde San Jenaro de Nápoles ya fue representado teniendo una aureola, y si echamos mano de los registros, los calendarios más antiguos que contenían los santorales más antiguos en occidente y oriente ya se reflejaba su nombre.
La reliquia está actualmente en la Capilla del Tesoro de la Iglesia Catedral de Nápoles, Italia, con iguales cuestionamientos, aunque muchos todavía no pueden explicarse cómo es posible que la sangre contenida en la reliquia se vuelva líquida, aunque, de hecho, desde hace 400 años la sangre de este santo sufre una licuefacción de manera periódica y esto pasa 3 veces al año, en los días que coinciden con tres fechas importantes, que son el sábado anterior al primer domingo de mayo, que coincide con el traslado de los restos del santo a la ciudad de Nápoles; el día de la festividad del santo, que es el 19 de septiembre, y el día 16 de diciembre que es el día en que se dice que el santo intervino para impedir los efectos de la erupción del volcán Vesubio en el año 1631. En esas fechas un padre jesuita pone en exhibición la reliquia de San Jenaro de Nápoles encima del altar, enfrente de la urna en la que se guarda la cabeza de este santo. Esta reliquia es una masa sólida de un color oscuro que ocupa la mitad de un recipiente de vidrio. Entonces los fieles y un gripo de mujeres humildes que son conocidas por el nombre de ‘Zie di San Gennaro’ o Tías de San Jenaro, llenan la Catedral y durante un lapso que puede tener una duración entre unos minutos y una hora, el sacerdote elegido agita ese relicario, y al voltearlo la masa se desprende, moviéndose, tornándose líquida y cambiando a un color rojizo, burbujeando e incrementando su volumen. Han sido muchos los científicos que han tratado de explicar este fenómeno, pero aún no lo han logrado. De hecho, la propia Iglesia alienta a los investigadores a que estudien este fenómeno que puede ser presenciado a menos de un metro de distancia.
Ahora bien, el santoral del día 19 de septiembre no se agota con San Jenaro de Nápoles, sino que debe ser completado con los nombres de otros santos y beatos que se recuerdan también hoy, quienes son San Acucio mártir, San Alonso de Orozco, San Arnulfo de Gap, San Carlos Hyon Song-mun, San Ciríaco de Buonvicino, Santa Constancia mártir, Santa Dorimedonte mártir, San Eustoquio de Tours, San Goerico de Metz, San Lantberto de Frisinga, Santa María de Cervelló, Santa María Guillerma Emilia de Rodat, San Mariano de Bourges, Santa Pomposa de Córdoba, San Secuano de Cestre, San Teodoro de Canterbury, San Trófimo de Sínada, Beata Francisca Cualladó Baixauli y Beato Jacinto Hoyuelos González.