Algunas recetas son especiales porque resulta muy difícil no acertar con ellas. Es el caso de las llamadas pechugas de pollo rellenas de jamón y queso. Sí, más o menos lo mismo que suele conocerse comúnmente como San Jacobo. Solo que en este caso resultan mucho más sabrosas y sanas que si se compran en forma de productos congelados, por ejemplo. Además, es un plato que vuelve loco especialmente a los pequeños de la casa.
Te contamos con detalles cómo se prepara, para que puedas ver lo fácil que resulta, siendo idóneo para una cena o un acompañamiento que no requiera complicarse demasiado la vida.
5Esperar el tiempo suficiente
A decir verdad, en este punto de la receta es posible ya pasar a freír las pechugas. De hecho, es lo más normal. Pero si lo que queremos es que el pollo se una bien al rebozado, un pequeño consejo consiste en meter un rato las pechugas ya rebozadas en la nevera. Tampoco hace falta que sea durante muchísimo rato, con una hora o dos es suficiente.
También pueden ponerse en el congelador unos minutos para que se tarde menos, pero con cuidado, no se nos olvide después. Lo de la nevera es más seguro.