Pedro Vaquero nació en Madrid, ingeniero informático ha pasado gran parte de su carrera trabajando en una multinacional de software viviendo primero en varios países de Latinoamérica y luego viajando a ellos cada mes. En medio de uno de esos viajes fue cuando decidió sentarme delante de una hoja en blanco, para poner un granito que ayudara a cambiar el mundo y decidió que fuera desde los ojos de los niños. Fundó Coloria y esta es parte de su historia.
¿Cómo has decidido pasar del mundo empresarial al tercer sector?
El proceso para mí fue muy natural. Siempre he sido una persona inquieta, con ganas de aportar. La hoja en blanco me mostró el inicio del camino, luego decidí profundizar en mi autoconocimiento y descubrí mi propósito, que estaba lejos de lo que había venido haciendo. En ese momento tuve claro que lo me realmente me motivaba era generar impacto social en la infancia y decidí fundar Coloria.
¿Si tuvieras que definir Coloria en una frase, cuál sería, y en una palabra?
En una frase elegiría nuestro lema: “El final lo creas tú”. Es una invitación a que cada menor explore su creatividad, sea consciente de los múltiples caminos que hay, y cree el suyo propio.
En una palabra, o si me dejas en dos, la definiría como “Poder interior”.
Cuentos inacabados y niños que han de buscar un final
Cuando publiqué mi primer libro fue todo un descubrimiento para mí que nunca había escrito y también para mi familia. Tengo tres hijos y disfrutaron tanto del proceso que decidí involucrarles para que ellos pasaran a ser los protagonistas. Escribí un primer cuento infantil inacabado y se lo di para que crearan el final. Luego llevé un conjunto de cuentos a su colegio y publicamos juntos “Historias del reino de Baram” con el final escrito por más de 2000 niños. Después el proyecto fue pasando de colegio en colegio y cuando empezó a implantarse en África y en Asia decidí fundar Coloria.
El lienzo en blanco es uno de los mayores miedos de muchos escritores, les pones a los niños dos: uno para pintar y otro para escribir. ¿Tienen reparos a la hora de arrancar o los límites son solo cosa de los mayores?
Nuestros cuentos y talleres van dirigidos para menores a partir de 6 años y es un placer disfrutar a esas edades de una creatividad y expresión pura, sin filtros ni miedos. A medida que van creciendo comienzan las dudas, las comparaciones, el “yo no sirvo para…” y ahí es donde cobran aún más importancia propuestas de exploración como las de Coloria.
¿Los niños son el pegamento del universo?, con sus respuestas ¿crees que nos podemos parar a pensar o será solo posible tras una nueva generación?
Por Coloria ya han pasado más de 20.000 niños y niñas escribiendo su final. El camino me ha enseñado que hay pocas cosas que sean blanco o negro y que, en realidad, hay tantos tonos y colores en el medio como personas. Todavía no he encontrado dos finales iguales y seguramente nunca lo haga.
Coloria nace del convencimiento de que sólo podremos avanzar como sociedad si cada uno saca lo mejor de sí mismo y escribe su propio final.
¿Cuál ha sido el texto de un cuento acabado por un chaval, que más te ha impresionado?, y ¿la imagen?
Cada uno lo hace porque, más allá de la expresión artística, y de la creatividad desplegada, el texto también es un espacio de desahogo emocional que permite al menor expresar cómo se siente. Da igual que la historia sea alegre porque si el menor está atravesando momentos de tristeza o de miedo, su texto lo reflejará.
Estáis en medio mundo, ¿dónde se sienten más libres los chicos y chicas?, y ¿dónde ves que tienen el corazón más encogido?
En las edades a las que nos dirigimos, y más allá de las circunstancias de vida que les ha tocado vivir, los textos ponen de manifiesto sueños, ilusiones, emociones. Y en ese ámbito no vemos muchas diferencias entre países.
El futuro de un mundo mejor, ¿pasa por más niños abriendo sus corazones en Coloria?
No tengo la menor duda de que si trabajamos desde edades tempranas en que cada niño abra su corazón conociéndose más a sí mismo, fortaleciendo su autoestima e incentivando su creatividad, estaríamos creando un mundo mejor en el que vivir.