Aunque a día de hoy muchas fuentes indiquen que la cándida es parte de la microbiota habitual, esta frase tiene trampa. Es parte de la microbiota habitual de la vagina o el pene, pero no del intestino. Ahora bien, que no haya sido parte de la microbiota habitual, no quiere decir que en los exámenes de metagenómica no se encuentren habitualmente. ¿Por qué no es parte de la microbiota habitual? Sencillamente, porque en el gran volumen de exámenes de secuenciación que se realizan, no en todos se detecta material genético de cándida. Sin embargo, cuando se empieza el proceso de tratamiento para la candidiasis en todos se detecta material genético de E. Coli, bacteria que sí es parte de la microbiota habitual.
¿Por qué se encuentran cada vez más frecuentemente levaduras y hongos en la microbiota intestinal?
Es debido al consumo masivo de harinas refinadas, glucosa oculta en las comidas procesadas, bebidas azucaradas, dulces y bollerías, pasta, arroz y patata en exceso, asegura el Dr. Ruger Viarengo, experto de la clínica UMEBIR. El cambio que ha sufrido el ser humano como especie en los últimos 10.000 años no solo trajo aparejado la aparición del cáncer, de la enfermedad degenerativa o metabólica, sino un cambio en la microbiota intestinal como es la colonización por estos hongos y los sobrecrecimeintos de estas especies. Esto se debe tanto al consumo de antibióticos infundado como a la disminución del consumo de comida viva con probióticos o fermentados que ocupen el espacio de las bacterias buenas. Su ausencia da lugar a sobrecrecimeinto de patobiontes u oportunistas, disminuciones de la actividad inmune de la mucosa por distintos motivos, como puede ser la inflamación por consumo de aditivos, colorantes, conservantes, o bien por factores como la hipovitaminosis D o disminución del aporte de selenio y zinc. Todo ello hace que todo sea un cóctel verdaderamente explosivo y se desarrollen infecciones por hongos en el intestino y se detecten cada vez más frecuentemente estos microorganismos en los exámenes.
Ahora bien, no siempre es tan fácil detectar la cándida u otros hongos en el intestino grueso o delgado, sobre todo cuando pasa mucho tiempo de la infección y el microorganismo se encuentra oculto en biofilms intestinales, una especie de laberinto de mucopolisacáridos donde se refugia. Este es el punto donde el criterio médico y la clínica del paciente es soberana sobre los resultados de exámenes. En muchas ocasiones, cuando es compatible, aunque tenga exámenes negativos, se pauta tratamiento, y, en muchas ocasiones, al tiempo de dar negativos los exámenes con el tratamiento, se logra romper esos biofilms y que den positivos los exámenes.
¿Y por qué algunos pacientes consumen toda esta serie de alimentos nuevos para su genoma e intestino generan sobrecrecimeintos de hongos y en otros pacientes no sucede? Es porque existe una estrecha interrelación entre el genoma y el microbioma. Esa flexibilidad metabólica, como la metabolómica de la microbiota a modo adaptativo, puede hacer que se generen aumentos o disminuciones de especies a modo compensatorio que impide estos crecimientos de hongos, aunque la alimentación no sea la adecuada
Los expertos se deben adaptar a realizar tratamientos que no solo eliminen la cándida del intestino o la lleven a niveles de colonización asintomáticos, sino que deben rehabilitar las funciones, la permeabilidad y la sensibilidad histaminérgica a la que esta infección somete al intestino. Por ello, es importante completar los esquemas terapéuticos con la rehabilitación del intestino, la restauración de la pared, el resembrado modulatorio de la microbiota y el refuerzo inmune de las mucosas. De no realizar este esquema personalizado y de precisión, será una situación que se cure y recaiga constantemente con la consecuente probable resistencia del microorganismo y cronificación.