- El icónico restaurante cumple nueve décadas sirviendo la cocina tradicional de la familia de Ramón Dios, tercera generación al mando.
- Fiel a su esencia, se ubica en este tiempo con un menú especial que reivindica la tradición y la esencia de El Mesón, mira al futuro con una experiencia gastronómica especial y abre sus cocinas a otros cocineros demostrando que tradición y creación conviven en el buen comer.
Entre toda la vorágine gastronómica que vive Madrid, una ciudad que hoy nunca es igual que ayer, un enclave de la cocina castellana se mantiene en pie, desde hace nada menos que 90 años, como destino seguro para quienes quieren comer cocina tradicional de verdad. En palabras de Ramón Dios, “Para nosotros, cumplir 90 años en El Mesón significa confianza por parte de nuestro equipo y nuestros clientes. Confianza en lo que hacemos aquí y en los valores que representamos de cocina tradicional, de las cosas hechas como antes, del trato como si estuvieran en casa”. El Mesón de Fuencarral camina hacia el siglo fiel a su cocina de siempre con Ramón Dios al mando, tercera generación y guardián de las recetas de su abuela.
La celebración de su 90 aniversario tenía que ser con el menú especial Los 90 de El Mesón, una oda a esa cocina castellana que ha caracterizado a este mesón desde su apertura. Para empezar, bonito escabechado en la casa y pimiento asado, gazpacho hecho a mano, sus famosas croquetas de jamón y pollo, la morcilla de arroz negra y unas judías verdes “cortadas a mano” con jamón ibérico. Para continuar, unos callos a la madrileña, unas migas con chorizo y huevo o el cordero lechal asado al estilo del mesón, una de las especialidades de la casa. Y de postre, leche frita castellana con helado y flan de la casa con nata. Un menú que recoge los platos más icónicos del Mesón de Fuencarral y que tiene un precio de 45€.
Platos tradicionales desde 1932
Son platos que conocemos sobradamente, pero que adquieren el valor que les da el buen producto – todo de aquí – y las recetas que llevan en una familia tres generaciones. Desde que los abuelos de Ramón abriera el restaurante en 1932, incluso durante las carencias de una Guerra Civil que les obligó a traer producto de los pueblos de la sierra para seguir sirviendo cocina en condiciones, de la que alimenta también el alma. Pueden decir que, realmente, en 90 años no ha cambiado nada en la cocina (guisos, asados de cordero y cochinillo, raciones de siempre), hasta ahora.
Sin embargo, El Mesón de Fuencarral también mira hacia el futuro y plantea algunos hitos para celebrar este aniversario que pasan por la creación de una experiencia gastronómica exclusiva en la que disfrutar del Mesón de una manera más “vanguardista” pero con toda su esencia o abrir sus cocinas a chefs de renombre en unos pases especiales, demostrando que tradición y creación conviven cuando se habla de comer bien. En palabras de Ramón, “Seguimos siendo los mismos, aunque vamos cambiando. Es decir, mantenemos los valores que nos han traído hasta aquí 90 años después, pero la forma de disfrutar de un restaurante ha cambiado mucho en estas nueve décadas, y nosotros nos adaptamos al cliente, que es el centro de esta casa”.
Una terraza oasis en Madrid
El aspecto del mesón también sigue intacto en algunos de sus comedores manteniendo esos detalles que le hacen único como sus sillas de anea, su chimenea o sus grandes ventanales de madera. Bonito y acogedor a partes iguales, el Mesón de Fuencarral cuenta además con una terraza agradable y apartada del ruido de la ciudad que se ilumina delicadamente por la noche. Un lugar de retiro y tranquilidad a solo 10 minutos de Plaza de Castilla.
En ambos espacios seguirá estando disponible la carta con muchos más platos del recetario que está en el imaginario de todos: los asados de domingo, el cordero, el cochinillo, los guisos madrileños, los escabeches y salmorejos que acompañan el buen tiempo, las croquetas y la tortilla para compartir. Aunque estas tres acciones son las grandes protagonistas de este cumpleaños que no solo celebra tantas décadas como lugar de acierto y repetición, sino la cocina que sentó las bases de nuestra gastronomía, la de la abuela de Ramón y la de tantos más.