Es curioso a veces comprender el carácter español y por qué dedicamos mucho de nuestro tiempo a criticar o ignorar nuestras propias obras o figuras.
Madrid encontró la fosa donde descansaban los restos mortales de Miguel de Cervantes Saavedra el 11 de marzo de 2015. El modesto Convento de las Trinitarias Descalzas, ubicado en el 8 de la calle que da nombre a su enemigo literario en el Siglo de Oro, Lope de Vega, ocultaba en el subsuelo de la cripta de 80 metros cuadrados, los huesos del genio de Alcalá de Henares. Junto a él, entremezclados y en tan mal estado como los suyos, los de su esposa Catalina de Salazar y otras quince personas, entre ellas, cinco niños. Pero parece que España se olvida de Miguel de Cervantes: las visitas a su tumba han descendido un 50% en los últimos dos años.
Y eso me lleva a realizar la comparativa con otro genio de la literatura, William Shakespeare.
Este murió rico, con prestigio y un billete directo a la posteridad mientras que el nuestro acabó en un osario común, sin nada que dejar a los suyos y lamentando que el triunfo le había sido esquivo. William Shakespeare (1564-1616) y Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) son considerados los dos más grandes autores de la literatura universal, pero la historia no los trató de igual manera. Incluso cuando se conmemoraron los 400 años de sus respectivas muertes en 2016, en España cuesta sacar pecho por su genio.
En el Reino Unido es cuestión nacional de máxima importancia y se tiraron años con los preparativos y sin embargo en España no dejaron de escucharse críticas por la falta de previsión con la efeméride.
Miguel de Cervantes es parte de nuestro glorioso patrimonio, no podemos olvidar que al español se le llama la lengua de Cervantes.
Merece ser permanentemente recordado realizar casi una conmemoración anual. Es el inventor de la novela moderna y un escritor que se ha hecho clásico por la manera en la que permanece conectado con los lectores de hoy.
En España se sigue sin hacer justicia y sobre todo se siente vergüenza en relación con la importancia que sus paisanos dan a Shakespeare y esto reafirma más el ejemplo de incomprensión que los españoles en especial deben a Cervantes.
El contexto histórico de ambos era diferente, mientras que Cervantes vivía en una España que dejaría de ser en poco tiempo un imperio, Shakespeare lo hacía en una Inglaterra que empezaba a despegar. Episodios bélicos, caprichos de regentes y allegados e intolerancias religiosas no ensombrecieron el florecimiento de estos dos talentos que compartieron episodios complicados de la historia de Europa. Pero hagamos una breve biografía de cada uno de ellos para poder conocerlos mejor.
La vida de Cervantes es bien conocida en sus líneas generales. En cualquier enciclopedia se pueden encontrar los hechos más relevantes de su vida. Nació en 1547 en la ciudad universitaria de Alcalá de Henares de un padre cirujano, cuya vida no fue acomodada. Estudió con el humanista Juan López de Hoyos, en el «Estudio de Madrid». Tras una riña cuyos detalles no conocemos, fue desterrado y se marchó a Italia, donde sirvió a un cardenal. Sin volver a España, entró en la marina, y participó en la batalla de Lepanto, en la cual fue herido y dejo su mano izquierda destrozada, le llamaron el “manco de Lepanto” pero no significaba que le faltara la mano, sino que no la tenía en su total uso debido a los tres disparos que recibió en dicha batalla. Sabemos también que llevaba gafas, un detalle que no aparece en ningún retrato y es uno de los pocos rasgos físicos que conocemos de él. Fue preso por corsarios musulmanes, y se quedó en el «baño» o prisión de Argel, (la palabra «baño» en este contexto no tiene nada que ver con agua o limpieza; es transcripción de una palabra turca que quiere decir «prisión».) Tuvo que esperar cinco años hasta que se reunieron los fondos para pagar su rescate. De vueltas a España, tuvo una amante, una hija natural, publicó su primer libro, La Galatea, y se casó. Su matrimonio fue estéril.
Por unos años sirvió como comisario de la Armada y recaudador de impuestos; por estos trabajos pasó mucho tiempo en Andalucía, de allí eran sus ascendientes. Quedó encarcelado tras la quiebra de un banco sevillano donde había depositado fondos de la corona. Luego años vacíos; sólo hay suposiciones sobre sus actividades hacia 1600.
En 1604 le encontramos en la corte, Valladolid. Por fin conoce el éxito con la primera parte de Don Quijote. Vuelve a Madrid, y consigue el apoyo financiero de un mecenas, el Conde de Lemos. A los pocos años publica el resto de sus obras: las Novelas ejemplares, Ocho comedias y ocho entremeses, Viaje del Parnaso y la segunda parte de Don Quijote. Muere en 1616 casi con la pluma en la mano, corriendo para acabar Persiles y Sigismunda, publicado póstumamente.
William Shakespeare nació el 23 de abril del año 1564 en Inglaterra. Fue el tercero de ocho hermanos, hijo de un comerciante llamado John y de su esposa Mary Arden. William cursó los estudios primarios en la escuela de su ciudad, pero no terminó los estudios ni llegó a la universidad porque el negocio de su padre apenas era próspero y tuvo que convertirse en aprendiz de carnicero para ayudar a su familia a seguir adelante. El año 1582 se casó con Anne Hathaway, la hija de un granjero. Con Annie tuvo una hija llamada Susanna y dos mellizos. Marchó a Londres en el año 1588. Fue allí donde su carrera como escritor, actor y poeta comenzó. Primero se le conoció como un actor de teatro, luego se atrevió a escribir sus propias obras de teatro e incluso a interpretar él mismo a los protagonistas de la obra encima del escenario, para finalmente atreverse con la poesía, donde también triunfó al igual que en el mundo del teatro. Por entonces, William nunca utilizaba su propia firma sino que utilizaba otras variaciones como “Shappere”, “Willm Shakp” o “Willm Shakespeare”, aunque nunca se supo el motivo.Henry Wriothesley, un conde de Southampton, fue su mecenas y le dio tanta ayuda económica y tanta publicidad como pudo para que la fama de William continuara creciendo y fuera cada vez más conocido.Después de conseguir amasar una fortuna como escritor, actor y poeta, decidió volver a su pueblo natal, llamado Stratford-upon-Avon. Allí murió el 23 de abril del año 1616. En su testamento dejó varios inmuebles y pertenencias, pero ningún libro.
En cuanto a su obra Shakespeare escribió un total de catorce comedias, diez tragedias y diez dramas históricos para representar en un escenario de teatro. Escribía sobre el dolor, sobre la envidia y los caprichos humanos. Al principio fue conocido por escribir obras acerca de personajes históricos importantes de Inglaterra, reyes y nobles. Más tarde empezó a escribir sobre temas más profundos y humanos. Sus obras más famosas, son: “Romeo y Julieta”, que trata del amor imposible entre dos enamorados, “Hamlet”, que habla de traición, y “Macbeth, que habla del poder y su peligro. De sus comedias más famosas se destacan “El sueño de una noche de verano”, “El mercader de Venecia” y “Los dos hidalgos de Verona”.
Comentaba que los españoles somos muy capaces de ensalzar “lo de fuera” y sin embargo tenemos muchos más prejuicios hacia lo nuestro. Aunque el problema principal comienza en lo que se estudia en las aulas: el espacio para los clásicos es cada vez menor y persiste el empeño de enumerar escritores, obras y fechas, como si eso fuera útil para amar la literatura. No es que no se lean los clásicos, es que cada vez se lee menos. La cultura española está construida sobre los clásicos, y por eso es básico empezar su enseñanza desde Primaria.
La cultura hay que enseñarla. Llevamos 40 años de democracia y hemos tenido muchas reformas educativas, ya no sabemos ni dónde estamos. Desaparecen la Filosofía, las Humanidades, no nos damos cuenta de lo que estamos haciendo.
Shakespeare y Cervantes nacieron en lo que hoy llamaríamos clase-media baja, aunque el padre del dramaturgo británico, de origen campesino, medró y llegó a ser el alcalde de su pueblo, Statford-on-Avon. La familia de Cervantes, sin embargo, no logró prosperar. Hay coincidencias también en los misterios que les rodean, muchos de ellos propiciados porque en su época se documentaba la labor de reyes y nobles, no la de los autores, que eran considerados personajes de tercera fila. Shakespeare se hizo bastante rico con sus obras y acabó siendo todo un burgués en su pueblo natal.
Poseyó en su vejez la segunda casa más importante de Stratford. sin embargo, Cervantes tuvo una vida muchísimo más agitada y desgraciada, sufrió un montón de dificultades y frustraciones que ni siquiera el enorme éxito del Quijote pudo remediar.
Se creó la leyenda de que Shakespeare y Cervantes, fallecieron el mismo día: el 23 de abril de 1616.Pero Cervantes no murió el veintitrés. Ese día fue caligrafiado el documento de su entierro por lo que falleció el día anterior es decir el veintidós. Shakespeare tampoco se fue al otro mundo el veintitrés, porque por aquella época en Inglaterra se calculaban sus días mediante el calendario juliano. Cuando los británicos ajustaron sus fechas al calendario gregoriano, que era más perfecto porque corregía las desviaciones de la órbita terrestre, el deceso de Shakespeare cayó al tres de mayo. En realidad, da igual, aunque es bueno conocerlo, porque oficialmente se celebra la muerte de ambos cada 23 de abril. El deseo de crear coincidencias necesarias es lo que produce las leyendas. Pero si buscamos coincidencias tenemos algunas, aunque no hayan muerto el mismo día.
No se sabe exactamente cuándo nacieron porque sus respectivas parroquias no llevaban un registro de los nacimientos. Para ser francos, era algo normal en la época. Los dos fueron enterrados en una iglesia consagrada a la Santísima Trinidad. Shakespeare leyó a Cervantes y de esa influencia nació la obra Cardenio, basada en el personaje llamado Cardenio que aparece en Don Quijote. A los dos genios se les achaca que sus obras cumbre estuvieran plagadas de errores de concordancia en el tiempo o en la topografía. Hay mucho descuido y precipitación en Hamlet, así como en el Quijote. En ocasiones, ambos escritores tienen pasajes incomprensibles. Es imposible comprender muchas palabras de ambos autores sin el apoyo de un diccionario etimológico. Ni aún hoy se sabe qué quisieron decir en ciertos párrafos. Tanto el inglés como el español han dejado para la posteridad frases que se han convertido en dichos populares. Desde “con la Iglesia hemos topado” de Cervantes (en realidad es “con la Iglesia hemos dado”), al “to be or not to be, that is the question” de Shakespeare. Introdujeron por primera vez en sus obras palabras de su tiempo que nadie había introducido en un libro. En el caso de Shakespeare hasta 2.035 palabras nuevas. Fueron grandes impulsadores de sus respectivas lenguas nacionales gracias al éxito de sus obras. Y no solo en Europa, sino en los dominios de ultramar donde contribuyeron a asentar la ortografía. Cuando fallecieron, muy pocos llegaron a pensar que con el tiempo se convertirían en los venerados genios de la literatura que son hoy día. Uno en la dramaturgia y el otro en la novela moderna.
Respecto a sus diferencias, la primera es que Shakespeare nunca fue a la guerra y jamás salió de Gran Bretaña, pero Cervantes participó en Lepanto y permaneció cuatro años más participando en batallas navales por el Mediterráneo. Y la segunda es que nadie ha discutido nunca que Cervantes fue la mano que escribió Don Quijote,pero de forma inexplicable, en el último siglo han surgido multitud de estudios que ponen en duda la autoría de Shakespeare. Expertos de la Universidad de Nottingham en Reino Unido, creen que Cervantes desarrolló con Don Quijote un héroe moderno, que experimentó simultáneamente la tragedia y la comedia. Sus aspiraciones como caballero errante son a la vez nobles y locas. Una forma de escribir que, opinan, influye en los dramas shakesperianos posteriores a 1608.Se puede ver en ellos esa manera tragicómica de tratar la experiencia humana. Sus dramas tardíos se acercan más a las experiencias típicas de nuestras vidas.
Los personajes son reyes o cortesanos; pillos, taberneras o soldados. Son caballeros errantes o enamorados como Romeo y Julieta. Pero, sus personajes parecen sentir como nosotros a pesar de sus ropajes. El hispanista Edwin Williamson, titular de la cátedra Alfonso XIII de Estudios Hispánicos de la Universidad de Oxford declaro: “Tanto Shakespeare como Cervantes rebasaron los límites de su época y por ello tienen una resonancia que perdura hasta nuestros días”. Williamson cita a Don Quijote, a Sancho, a Hamlet, a Macbeth, a Falstaff… «Los temas que trataron nos fascinan todavía y sus obras son capaces de conmovernos profundamente. Eran escritores que experimentaron continuamente con la lengua y, cada uno a su manera, lograron inventar los modos de expresión que todavía inspiran a los creadores de hoy».
Decía antes que Shakespeare leyó a Cervantes y podemos tener una evidencia en el personaje de Cardenio el viajero, de Sierra Morena, donde traspasa las páginas de El Quijote para formar parte de un drama escrito por Shakespeare en 1612 en colaboración con John Fletcher. Una obra perdida en el incendio del Teatro Globe de Londres ocurrido un año más tarde, pero de la que hay constancia en un documento de 1653, en el que se explica que fue representada por los King’s Men, la compañía de Shakespeare, en el año 1613.Tambien existen dudas con investigadores que se preguntan, ¿pero pudo Shakespeare leer la novela cervantina?,pudo hacerlo. Sólo ocho meses más tarde de su publicación, en enero de 1605, la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford ya contaba con un ejemplar en español (la primera traducción al inglés de la primera parte del Quijote es de 1612 realizada por Thomas Shelton); «No podemos estar seguros de si fue él o Fletcher quien leyó El Quijote. Pero, claramente, uno de ellos tuvo que leerlo», explica Brean Hammond, profesor emérito de literatura inglesa de la Universidad de Nottingham. Su colega de Oxford, Edwin Williamson, señala que, con total seguridad, «Shakespeare sabía de un autor español llamado Miguel de Cervantes; pero creemos que Cervantes ignoraba por completo la existencia del dramaturgo inglés».
Saber la historia de ambos y el tipo de sociedad que les tocó vivir ayuda a entender sus obras para poder disfrutarlas plenamente. Son los dos, grandes genios universales.
Dicen que los amigos deberían ser como los libros, pocos, pero seleccionados a mano. No importan los kilómetros que los separasen o que pisaran diferentes tierras, seguro que en la memoria de cada uno vivieron las obras de ambos. Es como la historia de una amistad sin conocerse personalmente, de unas vidas paralelas forjadas por la impresión de sus obras, que nunca se verá disminuida por el tiempo y donde la eternidad hará el resto.