Según el Instituto Nacional de Estadística de España, hoy deberían ser felicitados más de 129.000 caballeros que fueron bautizados con el nombre de Enrique, y existen buenas razones para recordar a San Enrique de Baviera, porque en vida llegó a ser Enrique II, emperador del Sacro Imperio Romano, nieto de Carlomagno, quien dedicó su vida a esparcir la fe en Cristo por toda la Europa conocida en su tiempo.
San Enrique de Baviera
Durante su vida siempre colaboró con todas las actividades del Papado y con las de los monjes en la Abadía de Cluny, siendo elegido en el 1002 elegido para ejercer el cargo de Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. San Enrique de Baviera, conocido también como Enrique II de Alemania, nació en el año 973, el 13 de julio, siendo el último emperador que procedía del linaje de Otón I y el último de la dinastía sajona en el trono.
Fue un destacado activista de las misiones y de la reforma de la Iglesia, siendo en sus inicios un oblato de la Orden de San Benito, de modo que se convirtió luego en el santo patrón de los oblatos de la orden benedictina y de aquellos que no tuvieron hijos. San Enrique de Baviera fue hijo de Enrique II y de su esposa Gisela de Borgoña. Posteriormente Enrique II fue apodado el pendenciero, pues siendo Duque de Baviera se alzó en armas en contra de los dos emperadores previos, de modo que San Enrique de Baviera, siendo muy joven, tuvo que exiliarse, llegando a suceder a su padre en el Ducado de Baviera en el año 995, dándosele el nombre de Enrique IV el Santo.
Cuando murió el Emperador Otón III, en el mes de enero del año 1002, San Enrique de Baviera se convirtió en Enrique II, Rey de Alemania, aunque hubo alguna oposición a que su ofrecimiento como candidato a Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, a pesar de lo cual fue electo como tal en fecha 07 de junio del año 1002, aunque su reconocimiento como Emperador por los otros cinco príncipes alemanes del Reichstag tendría que esperar un año. Pero no todo fue color de rosa, porque San Enrique de Baviera tuvo que llevar a cabo varias campañas militares para poder dejar bien establecidas las fronteras del Imperio, como la emprendida contra el duque Boleslao I el Bravo de Polonia, o la que emprendió contra Arduino de Ivrea en Italia, quien se había proclamado a sí mismo Rey de Italia en la ciudad de Pavía el 1 de mayo del año 1004. Tuvo que emprender una segunda campaña en contra del ducado de Polonia, que igualmente se vio coronada por el éxito, saldándose con un tratado de paz en el año 1018, por causa del cual Polonia tuvo que renunciar al territorio de Bohemia.
Luego de una segunda campaña militar llevada a cabo en Italia, pudo consolidar todo su poder y llegó a ser coronado como Emperador por el Papa Benedicto VIII, un 14 de febrero de 1014. Pero eso no bastó, porque en el año 1020, tuvo que volver a emprender una campaña en tierras italianas para garantizar la integridad de sus dominios. Durante su reinado, que transcurrió entre el año 1002 y el año 1024, San Enrique de Baviera se interesó por la administración de los asuntos de la Iglesia y apoyó el poder que debían tener los Obispos frente al clero, siendo partidario del celibato eclesiástico, para impedir que los linajes familiares se hicieran con el control de los territorios de la Iglesia.
Al momento de su coronación por el Papa, le solicitó a éste que se incluyera en el rezo del credo el Filioque, que era una manera de rezar esta oración de aceptación general en los territorios germanos y francos, a lo cual el Papa accedió, siendo la primera vez que se rezó en Roma el credo incluyendo el Filioque, pero derivó años después, en 1054 en una de las principales causas por las que ocurrió el cisma entre las Iglesias Ortodoxas de Oriente y la Iglesia de Occidente. San Enrique de Baviera fue canonizado en el año 1146 por el Papa Eugenio III.
Siento una figura bastante importante para el cristianismo, San Enrique de Baviera no es el único santo al que se rinde honores el 13 de julio, sino que el santoral del día se completa con Santa Teresa de Los Andes, Santa Clelia Barbieri, San Esdras, San José Wang Guiji, Santa Miropa de Chíos, Santa Sara, abadesa, San Silas, San Turiavo, Beato Fernando María Baccilieri, Beato Jacobo de Varazze y Beato Tomás Tunsta.