Según los últimos datos de Hootsuite, más del 62% de la población global tiene acceso a Internet. Una realidad bajo la que el individuo, junto con el entorno que le inmiscuye, ha tenido que cambiar. Tanto los sistemas políticos como los hábitos del consumidor, una metamorfosis cuyo reflejo lo ostentan las nuevas estrategias del marketing online. Desde la omnipresencia de las redes sociales hasta el copywriting financiero.
Dueños de una virtualidad que nos define
A lo largo de la historia, las tendencias del presente representan siempre un eco del futuro todavía por llegar. En nuestro tiempo, la digitalización es posiblemente uno de los cambios más importantes de la era moderna. Tras la ya consolidación de Internet, junto con el progresivo traslado digital de la sociedad y su relevancia en la pandemia, que el ser humano depende del ecosistema online es ya una realidad tangible.
Prueba de ello la podemos encontrar ya en los hábitos de consumo propios del individuo contemporáneo. Donde el marketing refleja fielmente la metamorfosis constante de la sociedad. Desde el copywriting financiero más especializado y hasta la relevancia de los influencers en la vida personal de millones de personas, el mundo se adapta a esta realidad virtual con la que, tarde o temprano, deberemos convivir sin excepción.
La digitalización del mercado a través del individuo y la política
Este proceso de digitalización, sin abordar las sombras bajo las que a veces palidecen sus grandes luces, ha agilizado la capacidad de comprensión del individuo. Además de haber dado con un modo útil de simplificar muchas de sus gestiones diarias, hoy día un nativo digital tiene más información que un adulto. Algo que, sin duda, supone un cambio en el modo en que se establece la autoridad y la jerarquía generacional.
Como respuesta, los adultos han saltado a la era digital con premura. Lo que, como bien ejemplifica el uso de las redes sociales, ha creado una dependencia entre la política y el espacio virtual. Un punto negativo para los personajes más oscuros del espectro político, pero que, a su vez, ha permitido una relación más directa entre el pueblo y sus representantes. Democratizando e incentivando así el ejercicio social de la política.
Finalmente, y como ámbito que ocupa tanto al individuo como a la política, el mercado ha cedido a los encantos de la digitalización a un ritmo incluso más fugaz. Cualquier negocio implica hacer política hacia sus clientes y, en este caso, ello lo refleja más que bien la continua evolución y diversificación del marketing online. Tanto si se trata de una poderosa multinacional como si se trata de un emprendedor o de un startup.
Los ejes del nuevo marketing online
Actualmente, cualquier negocio, a pequeña o gran escala, sabe que, para comer más peces, hay que pescar en Internet. Según Hootsuite, y con un aumento de casi el 12% desde el 2012 hasta acariciar en 2022 los 5.000 millones de usuarios, el 62,5% de la población a nivel global tiene acceso a la red. Situando en Occidente su mayor cifra, donde radican las mayores empresas del mundo, superando el 90% de usuarios.
Por ello, es natural que las nuevas estrategias de marketing de tantísimas empresas se hayan centrado en ese vergel donde siempre hay frutos. Por ejemplo, con campañas con anuncios por preferencias en el motor de búsqueda del usuario o interpelándolo por concreción de zona geográfica. Mediante la ubicación de los dispositivos, difundiendo anuncios de negocios de un lugar a sus posibles clientes locales o estatales.
En un caso también muy utilizado, encontrando estrategias como el email copywriting increíblemente certeras. Contando con estrategias que, como la ofrecida en una cuenta gratuita por Mailrelay, permiten fácilmente subir hasta los 20.000 contactos mediante el envío masivo de, por ejemplo, 80.000 mails mensuales. Todo, partiendo siempre de un marketing que se basa en la persuasión y la psicología de su cliente potencial.
La persuasión es todo un reto
Si bien antaño bastaba con ofrecer un pack de 2×1 para fidelizar al cliente, actualmente, modalidades como el branded content, centran el peso de la campaña en prometer una experiencia que genere necesidad. En ese sentido, los usuarios ya no se decantan por un producto únicamente por sus cualidades. Ahora, el producto debe aportar algo más allá de cuanto ofrece por sí mismo, sea o no una recompensa tangible.
Así, no escogemos un refresco por su sabor, sino por aquello a lo que éste nos llevará. Y no escogemos un anuncio por lo que anuncia, sino por la historia que esconde su presentación en el texto redactado o en su imagen y/o video promocional. Un cambio de paradigma en el que la influencia de Internet exige más contenido y variedad. Con el propósito de dar con ese gancho que evolucione sin traicionar su autenticidad.